¿De dónde nace la tendencia de utilizar comida como premio con los niños?
Nuestro mundo ha cambiado mucho en los últimos tiempos, y si al igual que yo ustedes nacieron en la generaciones previas a los 80, estarán de acuerdo conmigo en que la comida rápida no podía llamarse como tal, porque hasta las hamburguesas se tomaban su tiempo, ya que eran cocinadas frescas y sin conservantes. Los postres eran hechos a mano, y por supuesto no conocían las grasas saturadas.
Entonces comer un helado o un dulce era un premio. Los aniversarios y momentos especiales se celebraban con una buena comida; o bien hecha en casa con esmero y sin privaciones, o bien en un restaurante de esos que se reservaban sólo para una ocasión especial. No es entonces de extrañarse, que de ahí parte nuestra tendencia de premiar a nuestros hijos con comida, sin siquiera darnos cuenta del efecto de nuestras acciones.
Muchos pensamos que si entonces no habían las tasas de obesidad ni los problemas actuales, qué es lo que hace la diferencia en estos días. La diferencia es que en ese entonces, los ingredientes de nuestros premios eran otros, hoy vivimos en una crisis alimenticia donde los ingredientes de las golosinas que aparentan ser las más inofensivas, contienen altas cantidades de colorantes, conservantes, grasas saturadas, azúcares, sodio, y más. Muchos de los productos accesibles a cualquier bolsillo, son altamente adictivos.
Pero sin importar la época, cuando premiamos a los niños con comida; que es comúnmente con comida chatarra; les enseñamos que la comida grasosa y azucarada provoca felicidad. Entonces desde pequeños aprenden a asociar satisfacción con mala alimentación, y ese es el patrón que repiten a lo largo de sus vidas.
Hay formas más positivas de premiar a los niños, por ejemplo:
- Un libro de stickers que pueden llenar con sus premios diarios para ganar algo que quieren realmente
- Monedas para ahorrar y comprar su juguete favorito
- Un paseo al parque o salir a caminar para fomentar la actividad física
Lo correcto es presentarle la comida a nuestros hijos como la gasolina que sus cuerpos necesitan para ser fuertes, para hacer su mejor esfuerzo a la hora de ir a la escuela, hacer sus tareas y jugar. Educar a nuestros hijos en este tema desde pequeños, no significa privarlos de nada, es en cambio enseñarles a tomar buenas decisiones, aprender a controlar las porciones, y sobre todo, controlar la comida, en vez de que la comida los controle a ellos.
Tu ejemplo como padre es la mejor lección que le das a tu hijo, ya con él le enseñas lo que es bueno y que es malo, cuánto es suficiente, y cuales son las cosas realmente “deliciosas” y nutritivas en la vida. Piensa que estás cuidando su salud y enseñándole a ser responsable de la misma.
¡No es tarea fácil! Como padres tenemos que reeducarnos para no cometer los mismos errores con los que quizás fuimos criados. Tampoco es un tema de peso o de apariencia, o una tendencia, es una manera de demostrarle a nuestros hijos cuánto los amamos.
Para terminar te dejo una tabla para que veas el impacto de las decisiones que tomas para tus hijos. Mira la diferencia entre ofrecerle una taza de frutas o 4 galletas Oreo. Puedes comparar de manera gratuita a través de este recurso con un click aquí.
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