Todos sabemos de la ternura y el amor que los animalitos tienen para ofrecer. Adoptar un perrito o cualquier otro animalito es una gran idea, no sólo estás literalmente salvándoles la vida, sino que además y quizás sin saberlo, estás asumiendo una responsabilidad que puede ser mucho más difícil de lo que parece.
Nosotros hemos adoptado tres perritos. La primera perrita murió de cancer hace más de un año atrás, y luego de ella adoptamos a Rabbit en febrero del año pasado. Su adaptación a la familia fue muy sencilla, y nunca tuvimos ningún tipo de problema con ella.
Hace un par de meses decidimos adoptar a Felix. A diferencia de Rabbit, quién fue adoptada de una familia que ya no podía cuidarla, Felix había sido rescatado de las calles de Miami. Lo más posible es que Felix nació y se crió en la calle junto a otros seis perritos que fueron rescatados junto a él y eran prácticamente parte de su pandilla.
Nos enamoramos de él desde el segundo que lo vimos, y aún cuando fuimos advertidos de que la experiencia de adoptar un perrito callejero es totalmente diferente, no fue hasta que lo vivimos en persona que descubrimos porqué.
- Los perritos callejeros pueden haber vivido situaciones constantes de abuso, hambre, y estrés que afectan su comportamiento e integración en una familia.
- Tienen una tendencia mayor a ser agresivos o a ser territoriales.
- Pueden presentar temor hacia cierto tipo de personas que han marcado sus vidas con maltrato. Por ejemplo, pueden temerle mucho a los hombres y ser muy apegados a las mujeres, o viceversa.
- Pueden también tener pesadillas e incluso, ser muy nerviosos.
Porque Felix llegó presentando todos los síntomas arriba citados, hemos tenido que aplicar las técnicas claves de que se adaptan a cualquier ser que ha sido maltratado en la vida:
- Mucho amor y paciencia para ganar su confianza y lograr que comprenda que somos su familia.
- Consuelo en sus pesadillas, a través de caricias y palabras suaves.
- Atención positiva, redireccionando sus malas actitudes y premiándolo con cosas que disfruta.
No hace falta ser un experto para saber que Felix probablemente fue castigado físicamente muchas veces. Las primeras semanas tenía pesadillas constantes en las que lloraba y temblaba, y aunque no confiaba en los hombres, ahora adora a los varones de este hogar. El veterinario nos enseñó que en el caso de las pesadillas, al igual que se haría con cualquier persona, hay que calmar su sueño con caricias y hablándole despacio, hay que enseñarle a soñar nuevos sueños, y así lo hicimos.
Otro problema de comportamiento severo en él era atacar para ganar atención. Poco a poco ha ido aprendiendo, y sigue aprendiendo que la atención se gana con ternura. Se ha vuelto un besucón empedernido.
Está en tratamiento para las alergias, que es también un síntoma común en los perritos que se han alimentado en las calles por mucho tiempo. Ha aumentado 5 libras desde que llegó a casa y aunque es rebelde por naturaleza y se enoja cuando alguien le grita, sabemos que ya encontró una familia y ha hecho de esta casa su hogar. Ya no le interesa salir ni a la puerta y disfruta muchísimo jugando con Rabbit, Emir y Ayelén.
Se acurruca a los pies de mi cama cada noche, y se ha vuelto el defensor más valiente, leal y determinado de esta casa. Así que aunque no siempre sea fácil, realmente vale la pena darle la oportunidad a un perrito como Felix.
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