Para quienes no están familiarizados con el término; Inteligencia Emocional, es el conjunto de habilidades psicológicas que permiten apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones, entender las de los demás, y utilizar esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento.
Este concepto que alcanzó popularidad el 1995 gracias al libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman, habla de la misma como una capacidad que puede ser aprendida, a diferencia del coeficiente intelectual.
Siendo emocionalmente inteligentes somos capaces de mantener el control sobre nuestras propias emociones, y podemos utilizarlas a nuestro favor en situaciones de alto estrés. En otras palabras, se trata todo de sobreponernos a los impulsos para aprender a tomar decisiones inteligentes, en vez de alimentar círculos viciosos de descontrol que no nos llevan a ninguna parte.
En el caso de la inteligencia emocional en la paternidad, hablando de romper círculos viciosos de comportamiento, estos pasos te serán útiles.
1. Definir cómo llegamos aquí.¿Cómo llegamos a este momento? ¿Cómo en mi papel de padre he contribuido a que mi hijo piense que tirándose al suelo conseguirá lo que quiere?, o ¿golpeándose la cabeza podrá evitar hacer lo que debe?
Lo primero es aceptar nuestra responsabilidad como padres y entender que nuestro hijo lo único que ha hecho es encontrar un modo efectivo para conseguir lo que quiere. Somos nosotros los que nuestra respuesta a sus actos definimos si su actitud es correcta o no, así que el primer paso para romper un círculo es:
2. Crear un plan efectivo a prueba de emociones. Los planes de comportamiento funcionan, siempre y cuando se cumplen a cabalidad, y es importante que entiendas que ninguno es mágico. Toma tiempo, determinación y mucho esfuerzo cambiar las actitudes de un niño, pero sobre todo, el mayor reto es que tu como padre entiendas que el mayor cambio se logrará con tu cambio de actitud, no el de nadie más.
¿Porqué es tan difícil hacer que entiendan que están obrando mal? Por mucho tiempo ha estado a cargo de tus emociones y ha conseguido todo lo que quería utilizando un método efectivo y probablemente inmediato, así que imagínate lo absurdo que sería que trates de hablar con él y explicarle que está actuando mal. Ni niños ni adultos razonan de este modo. La lógica detrás es: “Si algo está funcionando bien para mí, ¿porqué querría complicarme buscando algo que funcione para alguien más y afecte mi sistema? “
Sorpréndelo reaccionando de un modo diferente. Si antes gritabas, te enojabas, y al final para romper el descontrol a terminabas dándole lo que quiere, intenta hacer algo totalmente nuevo. Mantén el control. Piensa en otra cosa, ignora, escucha música. Controla la situación en vez de volverte una víctima de la misma.
3. Mantener la calma no significa un castigo sino una respuesta inteligente para retomar control.
Nunca se trata de castigar a tu hijo privándolo para herirlo o demostrarle quién tiene el poder, sino de educar con objetividad y con regulación emocional.
El niño puede tener lo que quiere, siempre y cuando sea apropiado y cuando haya aprendido que lo que obtiene no es resultado del mal comportamiento, sino un premio al bueno. Si lo que quiere es una galleta y se tira al suelo y patea, y golpea porque quiere la galleta, vas a tener que dejar que termine de hacer el berrinche, y cuando esté calmado, haya superado el descontrol, y sea tiempo de que tenga la galleta, le vas a dar la galleta porque es el momento.
Prémialo con atención positiva de modo natural,en vez de comprar su buen comportamiento. Lo que quiere decir, no le prometas un camión o una muñeca para que se porte bien o extinguir los problemas de comportamiento. En vez de eso, acércate a él en todo momento para decirle lo orgulloso que te sientes. Celebra sus buenas iniciativas, y sorpréndelo con gestos inesperados de cariño, tiempo juntos, y comprensión.
No es fácil, ser un buen padre, que es el quien cría y tiene altas expectativas de sus hijos. Es mucho más difícil que ser un padre bueno, que es quien malcría y les da con tal de no molestarlos ni molestarse a si mismo.
Es todo un reto y como padres tenemos que aprender cosas que no conocíamos o no sabíamos que necesitábamos, una de ellas es la inteligencia emocional, el único modo de lidiar con el crecimiento de nuestros hijos de una manera inteligente y efectiva.
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