Hay una gran diferencia entre ser un buen padre o un padre bueno. Un buen padre no siempre es tan bueno como quisiéramos los hijos; el buen padres es estricto, exigente, pone reglas, y no cede ante nuestros caprichos. Eso no significa que sea un padre malo, sino que es un padre responsable que quiere lo mejor para nosotros, y lo mejor no siempre llega de la manera más fácil.
Como padres, todos quisiéramos ver sonreír a nuestros hijos a tiempo completo, darles todo lo que quieren o desean; pero en la vida real, el secreto es darles lo que necesitan, y empujarlos a ganarse lo que quieren en base a lo que se merecen.
Un buen padre:
- Le enseña a sus hijos responsabilidad a través de las pequeñas cosas, dándoles las bases que los guiarán para asumir responsabilidad sobre su propia vida y la de los de su alrededor cuando crezcan.
- Tiene reglas claras que se cumplen a cabalidad. Esta estructura familiar les permite a los hijos crecer seguros, siguiendo reglas de vida, y desarrollando valores como ser humano.
- Aún con lágrimas en los ojos, y el corazón roto, pone consecuencias al mal comportamiento de sus hijos. Les enseña que todos somos resultados de nuestros actos.
- Limita los regalos físicos, pero exagera con demostraciones naturales de amor. Hace tarea con sus hijos, los escucha, conversa con ellos.
Un padre bueno:
- Hace todo por ellos en el intento de protegerlos y demostrarles su amor, privándolos de la capacidad única de hacerse responsables, una habilidad que no se aprende en texto, pero en las vivencias naturales de la vida.
- Por no verlo llorar, o por no pelear con los hijos, el padre bueno deja que hagan lo que quieran. En consecuencia, estos son los adultos quienes son incapaces de cumplir reglas, y carecen de valores comunitarios.
- Piensa que amar es proteger a sus hijos de las consecuencias de sus actos. Sin saberlo cría personas que en el futuro no tendrán conciencia de los mismos.
- Haría lo que sea con tal de comprarles el último juego tecnológico, el ipad, o la computadora nueva. Al final, eso los mantendrá ocupados.
Tu hijo no siempre va a estar feliz contigo, pero te va a respetar, te va a amar, y tu le estarás dando el mejor regalo de la vida: La responsabilidad e independencia que necesita para ser feliz.
Todos, aunque seamos buenos padres, hemos sido padres buenos en algún momento, también padres malos, y quizás sin darnos cuenta malos padres. No hay fórmula perfecta, hay errores constantes, y situaciones difíciles; sin embargo, lo importante es: Analizar nuestro estilo de crianza, mejorar lo que estamos haciendo mal, y hacer un esfuerzo real y sincero por ser un buen padre en vez de un padre bueno.
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