Después de más de once años compartiendo el mismo lavamanos, hace un par de días se llevó consigo su cepillo de dientes. En una bolsita plástica empacó todo lo suyo, su medicina para el asma, su peine, su gel, su colonia, su enjuage bucal, su pasta y su cepillo de dientes.
Primero pensé que estaba jugando, pero cuando pasé por el baño de su dormitorio, estaba todo perfectamente ordenado sobre el mesón del lavamanos. No me quedó ninguna duda. Se había mudado. Estos pequeños grandes pero significativos momentos que uno como padre no ve venir. Estos triunfos naturales, sin fechas ni comparaciones que nos llenan el alma de orgullo y felicidad. Este es su camino natural a la independencia. Un momento no planeado para él que estuvo listo por si mismo.
Desde aquel día no puedo evitar pararme detrás de él cada mañana, solo para disfrutar de verlo hacer las coas por si mismo. Lo admiro mientras destapa su inhalador y lo conecta con el espaciador para contar hasta diez antes de dar por terminado su tratamiento. Luego pone la pasta de dientes sobre el cepillo, y no puedo evitar sentirme increíblemente bendecida de poder celebrar estos milagros que para la mayoría del mundo pasan totalmente inadvertidos.
Erase una vez, me preocupaba inmensamente pensar en su futuro. Erase una vez, me aterrorizaba comparar su crecimiento y sus habilidades con otros niños de su misma edad. Mi corazón y mi mente no estaban preparados aún para ver toda esta magia que hoy por hoy se ha apoderado de nuestras vidas y de nuestros sueños.
Si hay por lo cual estar agradecida en la vida, mi mayor razón es la oportunidad de haberme convertido en madre de mis dos hijos, y de junto a ellos, pertenecer a un mundo maravilloso de oportunidades y habilidades interminables, donde todo avance es celebrado no importa cuán grande o cuán pequeño.
Hemos y seguimos construyendo cada momento con amor, devoción y paciencia. Porque las tablas típicas de desarrollo no nos identificaban, hemos creados nuevas que se ajustan a nuestros sueños y a nuestras metas. Y somos felices, y estamos orgullosos los unos de los otros.
Así que cuando la gente se acerca a mi con la intención de felicitarme por amar a mis hijos pese a sus retos y diferencias, siento que realmente no saben de lo que están hablando. Porque no son ellos lo que tienen que agradecerme a mi por amarlos. En cambio, soy yo la que tengo que estar infinitamente agradecida con ellos por aceptarme en mis debilidades, en mis inseguridades y en mi inicial desconocimiento de su misión en mi vida y de todos quienes los rodean.
Ellos siempre han sido únicos y perfectos. Somos quienes estamos a su alrededor quienes no estábamos preparados para recibir lecciones de amor y determinación tan grandes, somos nosotros quienes no conocíamos este otro lado de la vida que nos ilumina los días con lecciones tan simples pero tan intensas, como un día como este, en el que se llevó consigo su cepillo de dientes.
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Gracias amiga! no podría estar más orgullosa de él :) gracias por leernos.
Que hermoso ver como tu chico va madurando e independizándose. <3 <3 <3 Dios los siga bendiciendo cada día más.