Digan lo que digan, las prioridades cambian totalmente cuando uno tiene un hijo, y más aún cuando ese hijo tiene una discapacidad. Además, junto a la aceptación plena del hijo, de repente te das cuenta de que lo que antes era importante, ha dejado de serlo. Junto a la madurez de una vida inesperada, cambia tu percepción de la belleza, de la perfección, e incluso de las necesidades básicas que una vez creíste tener como ser humano, y si, muchas veces la mejor forma de cuidarte a ti misma, parece ser cuidar bien de ellos. Entonces, como madre de hijos con discapacidad: ¿Qué significa tenerlo todo?
Cuando aparecen estas mujeres en la tele, diciendo: “¡Si se puede tenerlo todo!”, yo me pregunto, ¿y qué es todo? El cuerpo perfecto, la carrera exitosa, los hijos perfectos, el esposo con cabello engominado. ¿A qué nos referimos con todo? Porque si eso es todo, y pese a que mis hijos tienen una discapacidad, yo solo tengo 1/4 de la ecuación y lo único perfecto que tengo son ellos. En todo lo demás he fracasado, no porque no pueda tenerlo, sino porque he decidido que el único lujo que no me puedo ni quiero dar, es poner a mis hijos en segundo lugar para cumplir mis propios sueños.
Amo la vida que tengo y creo firmemente que así como yo, todos tenemos una misión en nuestras circunstancias individuales, supongo que la mía es demostrar que se puede ser feliz sin tenerlo todo. Y no me quejo, porque en realidad podría balancear mi vida para tener mucho más. Podría pasar menos tiempo con mis hijos y encontrar un trabajo mucho mejor pagado que me permita pagarles una niñera. Entonces tendría 2/4 de la educación, quizás hasta tres porque tendría más tiempo y prepuesto para hacerme las uñas e ir al gimnasio. Ya con 3/4 hasta me sentiría más decidida a encontrar al hombre de cabello engominado, pero la verdad es que hay épocas en la vida en que uno tiene vivir feliz con una parte de la ecuación, porque uno decide que es la más importante y que no puede esperar. No se trata de sentir que porque no seguimos el patrón nos estamos perdiendo de algo, sino que quienes crean los patrones entiendan que son muchas las maneras de ser felices y sentir que lo tenemos todo.
Aunque todos los hijos tienen necesidades únicas, quienes tienen necesidades especiales dependen todavía más de nosotros. Se alimentan de nuestra motivación, de nuestra aceptación, y aunque no sea fácil decirlo y no sea ideal, a veces no es una opción que otros los acepten y los entiendan como lo hacemos nosotros, sus madres o sus padres. Y con esta reflexión no le estoy diciendo a las madres que tienen que dejarlo todo y renunciar a sus sueños, o que tienen que olvidarse de si mismas, sino, lo que estoy tratando de decirles es:
- Que se lo tomen con calma
- Que se perdonen por fallarse a veces
- Que nunca pierdan la fe en sus sueños, aunque les tome más tiempo
- Que si tienen ayuda le saquen provecho, porque no todos la tenemos
- Que se sientan felices de no tenerlo todo, y de al mismo tiempo, tener lo que de verdad les importa y lo que de verdad las hace felices en este momento
En esta etapa de mi vida, con solo una parte del todo, yo me siento inmensamente feliz. Hago mi mejor esfuerzo por tener una vida saludable aunque no sea perfecta. Tengo sueños y metas personales, aunque a veces tengo que ponerlas en pausa y ocuparme de lo que no puede esperar. Lo más importante, estoy en comunión conmigo misma y puede ser feliz sin necesidad de hacer feliz a los demás, siempre y cuando sea la mejor madre para mis hijos, que son en realidad quienes más me necesitan y quienes realmente me aman en esta vida. Para mi esto es tenerlo todo.
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