Me encanta el dicho: “¡Por mi, que digan misa!”, porque así me siento cuando soy testigo de los movimientos extremistas que intentan demostrar que la experiencia de tener un hijo con discapacidad no merece mayores esfuerzos. O sea, uno ama y cría como lo hace todo el mundo, pero si, implica más trabajo, a veces, mucho más trabajo. Los extremos son siempre negativos, y así como no queremos ser canonizados en vida por amar a nuestros hijos, cuando nos negamos a la realidad de los retos extras que esta tarea implica, también nos estamos haciendo daño. Seamos sinceras, amigas. Bajemos la guardia, respiremos hondo, y aceptémoslo: De mamá a mamá y sin juicios ni culpas, “Qué difícil es no olvidarte de ti misma cuando tienes un hijo con discapacidad. “
Es cierto, no deberíamos olvidarnos de nosotras mismas, y deberíamos cumplir al pie de la letra los consejos de quienes prometen tenerlo todo bajo control, pero la realidad es que en esta vida que muchos juzgan y pocos conocen, a veces uno se va a la cama al final del día, totalmente consciente de que uno no ha hecho nada por uno mismo, y no es por decisión propia o por falta de organización, sino porque realmente no se pudo.
Aparecerán las divas de la belleza para decir que siempre hay un momento. Contestaré yo sin dudarlo ni un segundo desde mi propia experiencia: “A veces no lo hay”, porque sobre el calendario típico que otras madres tienen, uno tiene diferentes obligaciones y retos, entre muchos otros: terapias, reuniones más frecuentas con las maestras, retos médicos, especialistas, atención uno a uno..etc. Sin contar los días típicos en que todo se sale de control.
Y quizás quienes tienen más apoyo alrededor y tienen familias típicas, con los abuelitos, los tíos y los primos y sobrinos, tienen más tiempo y menos estrés para lidiar con todo, y encontrar ese tiempo tan necesario y valioso. Pero porque ese no es el caso de todo el mundo, tenemos que aprender a respetar la realidad de otros y dejar de juzgar y querer poner expectativas en las personas para que se sienten exitosas o fracasadas.
A ver, qué alguien me explique que gana la gente de decirte: “Se nota que no te estás cuidando”, o esta que no pasa de moda: “Te estás matando sin necesidad porque no vas a poder cambiar a tu hijo”, sin contar las otras desubicaciones comunes, como: “Te estás engordando”, “Que demacrada estás”, o “Ya ni te maquillas”. Yo siempre pienso que si la verdadera intención de la gente es querer ayudarte a tener ese tiempo para ti misma, porqué en vez de la crítica destructiva, no te dicen algo, como: “¿Quieres que te ayude con algo?”, “¿Te puedo cuidar al niño para que salgas a caminar o vayas a hacerte las uñas?” Si no puedes ofrecer tu ayuda, mejor no digas nada, porque ¿sabes qué? Así como yo, creo que la mayoría de nosotros somos conscientes del problema y ya sabemos que es difícil no olvidarnos de nosotras mismas cuando tenemos un hijo con discapacidad, lo difícil es encontrar apoyo.
Para terminar: No nos rindamos, y sigamos buscando ese espacio sin presiones sociales y sin dejarnos manipular emocionalmente por la influencia que los medios ejercen en cuánto a peso, apariencia y éxito profesional. Hagamos el esfuerzo de no olvidarnos de nosotras mismas, bajo el credo de que para amar de quienes más nos necesitan tenemos que estar sanas, felices y liberadas. ¡No es fácil, compañeras! Pero como guerreras que somos, no nos rindamos y no dejemos de pensar en nosotras. Nuestros hijos nos necesitan fuertes, sanas y positivas.
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Gracias Cynthia!
Me encanta el sitio. Muchas Felicidades y sigan adelante.
Saludos
A veces no entiendo porque hay personas (amigos, familia en incluso tu pareja) que sabiendo todo el trabajo que uno tiene como padre solo se limitan a ver las cosas desde afuera y solo critican y dicen cosas como “por que demoras tanto” o ” yo lo haría mejor” o “debiste hacerlo de esta manera”, en vez de ayudar, creen que lo mejor es lo más fácil y rápido, sin embargo uno como mamá piensas en como enseñar a tus hijos para que ellos vayan aprendiendo a hacer las cosas por si mismos aunque esto implica tiempo, esfuerzo y dedicación (además de mucha paciencia), sobre todo cuando se tiene alguna discapacidad aunque al final del día no nos queda un minuto para nosotras, solo la satisfacción de que estamos haciendo las cosas bien. Un abrazo.