Ayer cuando llevé a Emir a sus clases de artes marciales, me senté en la sala de espera a admirar cada uno de sus movimientos. Ya van a ser dos meses desde que empezó esta nueva aventura. La mayoría de los padres ya esperan afuera porque ya se acabó la magia, para mi sigue viva. Todavía sigo disfrutando de verlo florecer, y es quizás porque el proceso toma más tiempo que con los años he aprendido que así como él va más lento, mi propio ritmo también se ha calmado.
Hasta hoy ha aprendido algunas cosas, otras todavía son difíciles pero las sigue intentando. Sus compañeros típicos que comenzaron con él ya están mucho más avanzados, y es normal. Es normal porque Emir avanza más lento, tiene más retos de coordinación, y le cuesta más procesar la información. Lo mismo pasa en la escuela y en la mayoría de los aspectos de su vida.
Emir tiene una discapacidad y es por eso que la inclusión real para él y para cualquier otra persona con discapacidad, no es cambiarlos a ellos, sino cambiar nuestros propios conceptos para aceptar y celebrar las diferencias y similitudes. Si no hacemos eso, vamos a seguir excluyendo por siempre.
Como padres, para dar el paso real y verdadero hacia la inclusión de nuestros hijos debemos:
- Dejar de frustrarnos en el intento de igualarlos con otros.
- Cambiar nuestro concepto de “normalidad”, y abolir esta tendencia a crear espejismos que fijan metas que intentan definir el éxito.
- Exito es asegurarnos de darles todas las oportunidades, y aceptarlos con amor y orgullo siendo ellos mismos.
Como educadores,
- Hay que darles las oportunidades necesarias para que aprendan todo lo que puedan, mientras los mantenemos motivados e integrados.
- Hay que reconocer al individuo como tal. Hay que apoyarlo y guiarlo celebrando su ritmo único.
- Las tendencias de su diagnóstico son obvias, por tanto, el trabajo del educador no es centrarse en lo que todos ya sabemos para limitar, sino descubrir la capacidad del ser humano para ayudarle a crecer y aprender.
- Inclusión real no es una lista de requisitos que merecen ser cumplidos para ganarse un espacio físico una vez has demostrado que eres más inteligente o más capaz que el resto.
- Inclusión real es el derecho de ocupar tu espacio en el mundo siendo tu mismo.
- Es tu derecho a que tu individualidad sea respetada mientras avanzas a tu ritmo en un mundo libre de prejuicios.
- Inclusión real es vivir una vida libre de espejismos. Que todo lo que tengas en la vida sea el reflejo de lo que eres y de lo que puedes lograr. De otra manera, los títulos en las paredes son solo un pedazo de cartón.
- Inclusión real es ser feliz y sentirte orgulloso de tus capacidades únicas. De ese regalo divino que te hace un ser individual con habilidades propias que tienen la intención de darte felicidad mientras celebras tu individualidad.
Así que cuando la gente al verlos o conocer su diagnóstico, dice, “No va a poder”, mis preguntas son:
- ¿Porqué?
- ¿Basados en qué creemos que no van a poder?
- ¿Son ellos los que no van a poder, o somos nosotros los que en nuestra estrechez de mente tenemos una idea limitada de lo que es poder?
A estas alturas, cuando miro a mis hijos en su vida diaria, los veo a ellos, y veo que pueden y creo que pueden. Cada uno de sus logros, sin importar si van por delante o por detrás de otros, para mi es significativo e incomparable.
Y realmente creo que en la vida eso es poder y eso es inclusión real, el arte de vivir sin límites ni comparaciones. El arte de aprender y practicar este concepto como padres hasta que se vuelva parte de nuestros huesos, porque solo así podremos transmitirlo a nuestros hijos y a todos quienes nos rodean.
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2 Comments on “Inclusión Real No es Cambiarlos a Ellos, Sino Cambiar Nosotros Mismos”
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