La disciplina reactiva les enseña a los hijos a sentirse avergonzados, culpables, incapaces y lo peor, no les enseña la manera correcta de actuar en el futuro.
Un ejemplo muy típico sucede cuando el niño derrama algo:
Disciplina reactiva
¡Tiraste todo el jugo! ¡Estás castigado y nunca más puedes agarrar un vaso sin que yo esté presente! El padre se encarga de limpiar y el niño se va castigado.
Reflexión: ¿Qué le estamos enseñando a nuestro hijo?
- Que no hace nada bien
- Que no tiene la capacidad de hacer las cosas mejor
- Que no puede cometer errores y si los comete tiene que ocultarlos para no sentirse devaluado como persona
- Que no es capaz de tener iniciativa ni hay opciones de comunicación
Disciplina Positiva
Aunque derramaste el jugo, ahora tu tarea será limpiarlo y hacerte responsable de tu error. Las reglas de la casa no permiten que lleves el jugo a tu habitación, así que la próxima vez, me pedirás permiso y te sentarás a la mesa como todos.
Reflexión: ¿Qué le estamos enseñando a nuestro hijo?
- Que cometió un error, pero tiene el poder de solucionarlo
- Que siempre habrán consecuencias a sus actos que lo impactarán directamente y lo harán responsable
- Que puede aprender a hacer a las cosas mejor ahora que entiende el motivo por el cual hay reglas
- Estamos reforzando las reglas y minimizando las opciones
- Lo tratamos con respeto y le damos la oportunidad de aprender algo nuevo de una situación típica que todos hemos vivido
La disciplina positiva es una opción inteligente que los padres aprenden e implementan cuando entienden que castigarlo no le enseña nada, en cambio, enseñarle a hacerlo bien puede cambiar su vida.
La disciplina positiva requiere que los padres se sobrepongan a su propio ego y entiendan que si se puede educar con amor, y que cuando aprendemos a controlar nuestras reacciones, les estamos enseñando a nuestros hijos a hacer lo mismo, a comunicarse, a defender su punto de vista, y a tomar responsabilidad y acción sobre sus propios errores.
Lo más fácil es castigar física o emocionalmente. Lo difícil es mantener el control y asumir nuestro rol de educadores con inteligencia y auto-control.
No será fácil y habrán momentos en los que probablemente también nos equivocaremos como padres, pero mientras más se practica, mejor se aplica.
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