Soy totalmente consciente de la necesidad que existe de levantar conciencia acerca de las vidas de las personas que han sido identificadas con una discapacidad, y digo “identificadas,” porque también soy supremamente consciente de que todos vivimos con diferentes tipos de capacidades que contrarrestan nuestras debilidades, obvias o no.
No es el motivo de mi reflexión el de tratar de abolir o desmerecer el día Internacional de las Personas con Discapacidad, sino el de clarificar su intención. Este día, al igual que los muchos otros que se centran en hablar de discapacidades específicas, no deberían convertirse nunca en la regla ni en la única opción, sino deberían siempre servir como el vehículo que permita que quienes no han vivido la experiencia de primera mano puedan darse cuenta de algo muy importante: Celebrando la capacidad individual en el día a día es que realmente hacemos una diferencia positiva en nuestras comunidades.
Lamentablemente para llamar la atención de propios y extraños, muchas veces estos días que deberían ser positivos e informativos, se convierten en campañas de lamentos y sufrimientos que desmerecen el valor, la determinación y la lucha que implica vivir con una discapacidad, y el amor y la entrega que dignifica la tarea de ser padres de una persona con discapacidad.
La palabra “discapacidad” no tiene nada de malo, porque las palabras no se definen a si mismas. Somos nosotros las que les damos un significado basados en nuestro conocimiento o desconocimiento de una causa. Lo malo es que sigamos asociando la palabra “discapacidad” a disminución o pérdida de habilidades, en vez de enfocarnos en todo lo que se gana y se aprende junto a la discapacidad.
Si celebramos todos los días la capacidad en vez de dedicarle un día a la discapacidad, vamos a evolucionar como seres humanos para entender que la discapacidad no es una mala palabra, que el día internacional de la discapacidad no es un día de duelo, y como padres y líderes de la comunidad entenderemos que para atraer conciencia no necesitamos minimizar la capacidad, sino ensalzar la habilidad y luchar porque se caigan las barreras físicas y mentales que no permiten que la capacidad se manifieste en su máximo esplendor sin estándares absurdos ni estigmas mal fundados que quieren hacernos creer que sólo hay un modo de poder.
Poder no tiene límites.
- Poder es el acto de sobreponerte a la impotencia mental que no te deja ver que la discapacidad no es ni el límite, ni la aceptación de la discapacidad la meta.
- La discapacidad es el reto que te empuja a descubrir formas increíbles de ser capaz.
- No se trata de “aceptar” a quienes viven con una discapacidad, sino de entender que no están pidiendo permiso para existir.
- Hay que normalizar la discapacidad, y eso solo se logra abriendo nuestras mentes y celebrando la discapacidad día a día, sin diferencias, sin lástima ni excusas.
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