Sin intención de ser melodramática, pero que difícil es ser amiga típica cuando uno cría hijos con necesidades especiales. Lo comprobé una vez más ayer cuando una amiga mía me mandó un texto onda ultimatum. “Otra vez me dejaste plantada en la clase de yoga, y tu cabeza se sigue llenando de canas y no llegamos nunca al salón.”
Mientras lo leía podía imaginar su cara y su frustración, porque es cierto, lleva meses tratando de hacer algo especial por mí. Me repite constantemente la importancia de buscar tiempo para mi misma y de desintoxicarme el alma en las clases de pilates, pero lo que no entiende es que aunque entiendo todo lo que dice, nuestras vidas son totalmente diferentes y a veces no tengo otra opción.
Dios sabe que cada vez que me pongo mis pantalones de yoga lo hago con la firme intención de ir a una de las clases, pero por alguna extra razón cada vez que voy camino a mi destino, suena el teléfono con alguna nueva noticia que me desvía del propósito.
Otra vez Ayelén con dolor de estómago. Que hace falta revisar el plan individualizado de Emir una vez más. Que toca uno de los cientos de chequeos anuales al doctor porque hay que revisarles todo. Que ahora que tengo un poco de tiempo es el momento para analizar qué puedo hacer mejor por ellos. Y juro por mi vida que no se trata de hacerme la mártir ni de querer calificar para una canonización en vida. Sencilla y sinceramente, mis prioridades son diferentes y peor aún, no son opcionales sino totalmente necesarias.
Entiendo y concuerdo con lo que muchos amigos y amigas típicas me dicen. “A veces es más fácil criar hijos con necesidades especiales que hijos típicos, porque los hijos típicos piden más y sus expectativas son mayores.” Es cierto. Sin embargo algo que tenemos que diferenciar es que cuando uno cría hijos con necesidades especiales, uno se vuelve el vehículo primario de comunicación de sus hijos a todos los niveles. Por el mismo hecho, no pueden sólos muchas cosas que los hijos típicos pueden.
Y con esto no quiero desmerecer ni el amor ni el compromiso que los padres típicos invierten, pero la realidad es que un hijo típico necesita el mismo amor pero menos apoyo en muchos sentidos. Un hijo con necesidades especiales depende plenamente de nosotros o mucho más, y por tanto, no, no puedo poner por delante mi cita con el peluquero. Por delante siempre están y estarán ellos.
A todo lo anterior agreguemos mi circunstancia personal. Soy felizmente divorciada y sin remordimientos. Es cierto, a veces estar sólo facilita el proceso en muchos sentidos, pero muchas otras veces que no daría uno por dormir una noche entera sabiendo que alguien más es igual de responsable y comprometido como lo es uno.
Por todo lo anterior, y ante mi falta de compromiso con mis amistades cercanas y lejanas, quiero expresar mis más humildes disculpas. Es cierto, soy la peor amiga del mundo, pero no porque no valore la amistad, sino porque a veces no me alcanza la vida para perseguir las luchas que otras mujeres tienen: el cuerpo perfecto, el tiempo del spa, el peluquero.. y las famosas clases de yoga. No las desmerezco porque estaría feliz de incluirlas en mi calendario, pero sinceramente en este momento de mi vida no puedo.
A los interesados en mantener nuestra amistad activa y eficiente. Así como soy una activista en pro de las adaptaciones y modificaciones a nivel educativo y social para las personas con necesidades especiales, así les pido que me tengan paciencia y entiendan que para bien o para mal, las circunstancias nos transforman en la vida, y lo más probable es que mis pantalones de yoga nunca cumplirán su propósito como es debido.
Mientras mis canas se siguen multiplicando incesantemente y mi membresía mensual del gimnasio se sigue debitando automáticamente de mi cuenta de banco sin uso alguno, comparto este mensaje con la intención de que otros amigos entiendan lo difícil que es es ser la amiga típica cuando nuestras vidas no tienen prácticamente nada de típicas mientras cumplimos con amor y compromiso nuestra tarea de criar hijos con necesidades especiales.
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No alcanza el tiempo, Onnan. Nunca.
Me identifique contigo… todos los días lucho contra el reloj y no me alcanza..