Llegaron los trece años y la verdad es que nunca imaginé que el tiempo pasaría tan de prisa. Todavía puedo sentir el peso de tu pequeño cuerpo cuando te pusieron en mis brazos por primera vez. La tarea parecía demasiado grande y a la misma vez era increíble conectarla con un alma tan pequeña que creció para convertirse en la vida de mi propia vida.
Hoy que das un nuevo paso hacia el camino para convertirte en un hombre, quiero prometerte que aunque ya no pueda cargarte, viviré hasta el último día de mi vida para envolverte en mis brazos y recordarte una y otra vez cuánto te amo.
De repente tus impresiones de la vida y de todos a tu alrededor han cobrado sentido propio. Me rió contigo cuando te das cuenta que no soy tan inteligente como tu pensabas. Amo tu disposición y tu empeño por ayudarme, por apoyarme, y por hacerme feliz. Y le pido a Dios que bendiga mi vida para compartir hasta el último día contigo, para seguir encontrando la felicidad infinita en tu risa, y para ser capaz de consolarte en el llanto. Nunca dejaré de protegerte, aún cuando la vida me ha enseñado que también tu tienes la capacidad de protegerme a mi.
Benditos los retos, los momentos difíciles, las preguntas sin respuestas, y casa situación complicada que nos ha hecho fuertes y nos ha hecho valientes mientras crecemos juntos. Te he visto luchar con uñas y dientes, y muchas veces he sentido que no es justo tener que luchar hasta por lo más sencillo. Pero de tu mano, gracias a tus besos y tus abrazos, he aprendido contigo y de ti, que aunque no sea justo, no vale rendirse porque luchar es necesario para lograrlo todo. Por siempre voy a luchar por ti, y voy a luchar contigo.
Tu amor, hijo, es la luz más grande, más poderosa, y más intensa de mi existencia. Llegaste a crear camino, a iluminar, a dibujar, a escribir, y a inspirarme con cada vivencia. Le pusiste tinta a la pluma, y te has encargado con tus trazos de hacer de lo común algo valioso, de lo absurdo algo significativo, de lo cotidiano algo increíble. Has creado la obra más perfecta en cada paso.
Te me vas de las manos porque ya tomas tus propias decisiones y tienes tu propio estilo. Me fascinan tus conclusiones, y aunque me sigo derritiendo, las cosas han cambiado porque ya no eres tu el que se recuesta en mi pecho, ahora soy yo la que apoyo mi cabeza en tu hombro para que acaricies mis cabellos y con un beso en la frente bendigas mi tarea como madre primeriza, para hacerme sentir que mis errores han sido perdonados y mi tarea engrandecida con el regalo más grande que un hijo puede darle a un padre: amor.
¡Feliz cumpleaños, vida mía! Realmente te amo con la vida.
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