Comencemos por definir la palabra inclusión. NDSS, la define como “Una filosofía de educación basada en la creencia de que todas las personas tienen el derecho propio de tener una participación completa en la sociedad.” Pero ahí no se termina la historia, porque junto al reconocimiento del derecho también vienen las responsabilidades correspondientes. Inclusión no se trata solamente de recibir, pero también de aprender a dar como padres involucrados y responsables.
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La inclusión comienza en casa.
Muchas familias piensan que la inclusión comienza en la escuela, y por tanto, preparan todas sus armas para ir hacia una lucha que consideran inevitable. Sin embargo, la inclusión real comienza en casa, quizás a los pocos días o meses que nuestros hijo ha nacido o ha sido diagnosticado con una discapacidad. Puede que no sea inmediata en nuestras mentes como padres, porque lo más probable es que la circunstancia nos agarre desprevenidos y por ello, nos tome tiempo entender el concepto y actuar en función a él.
Muchos padres hemos pasado por las etapas en las cuales hemos sido guiados por nuestros propios prejuicios pensando que son angelitos, que son demasiado frágiles, que son demasiado buenos, que traducido a la realidad significa que nunca podrán vivir vidas típicas y beneficiarse de inclusión.
Por eso, la inclusión comienza en casa cuando los padres se proponen trabajar en equipo para que el niño:
- sea un niño antes que nada
- se beneficie de todos los estímulos típicos que cualquier otro niño de su edad,
- y sea criado con amor, respeto, y expectativas, lo que incluye reglas y consecuencias.
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Cuando la inclusión es natural en los primeros años de vida, hace más fácil la inclusión escolar
Si el niño ha sido incluido de modo natural durante los primeros años de su vida, todo será más sencillo para él una vez comience la escuela. Es una buena idea que los padres traten en todo lo posible de darle a sus hijos oportunidades fuera del núcleo familiar para que el niño se relacione con niños pequeños de su edad que no tienen una discapacidad, y de ellos aprenda y copie comportamientos típicos y respuestas naturales a las miles de experiencias que los niños viven a lo largo de su desarrollo y que se convierten en sus mejores lecciones para aprender a ganar independencia, defenderse, y ganar auto-estima.
Mientras más pronto comienza la inclusión en un centro de cuidado o guardería, más natural se vuelve porque los niños crecen reconociendo sus diferencias y similitudes de modo natural.
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La inclusión se viene con todo, y así como queremos que los derechos de nuestros hijos sean respetados, así de respetuosos tenemos que ser por los derechos de los demás.
La inclusión no es una tendencia fruto del favoritismo basado en la discapacidad del individuo. No se lo incluye ni por lindo, ni por dulce, ni por lástima, ni tampoco por favor. Entonces, es sencillamente normal que el estudiante sea en todo lo posible tratado como cualquier otro compañero del aula. Si el estudiante con discapacidad rompe las reglas, incumple sus deberes, o actúa de manera inapropiada, lo ideal es evaluar la razón de su comportamiento antes de culpar inmediatamente a la discapacidad deprivándolo de su responsabilidad.
Parte del plan inclusivo debe incluir una explicación de tendencias de comportamiento del estudiante y estrategias que permitan ayudarle a superar estos retos, pero de ninguna manera se debe crear una cultura sobre-protectora o justificadora basada en la discapacidad, porque entonces no estamos incluyendo. Estamos excluyendo en un aula común.
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La responsabilidad es compartida, y como padres no podemos esperar que la inclusión funcione sin nuestro compromiso
Lo más fácil es culpar a los maestros cuando la inclusión no es posible, pero la realidad es que la inclusión no es la responsabilidad individual de la escuela. Me atrevo a decir que cualquier padres cuyo hijo ha sido incluido satisfactoriamente, estará de acuerdo conmigo en que nunca hubiera sido posible sin su constante participación y apoyo a los maestros y a los profesionales a cargo.
Como padres nuestra tarea es recolectar datos, analizarlos, exponerlos, crear estrategias, y trabajar en equipo. No desde la posición de dueños de la verdad, sino desde la humildad de estar creciendo junto a nuestros hijos y aprendiendo de ellos para poder compartir esas lecciones con otros que las necesitan para darles la mejor educación posible.
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No hay receta y cada individuo necesitará un plan único junto al compromiso de quienes lo aman y creen en él
Por último, y desde mi opinión y experiencia como madre y profesional, no hay receta. Cada individuo es único, cada individuo necesita una evaluación individual para identificar sus habilidades y retos, y trabajar enfocados en los primeros para ayudarle a superar los segundos.
Lastimosamente, si como padres no asumimos esta responsabilidad, nadie lo hará por nosotros. Por muy abrumador que parezca, es nuestra tarea, y en vez de quejarnos constantemente por lo que falta, tenemos que educarnos para poder educar, y convertirnos en esos defensores implacables que defienden desde el amor, la fe, y el conocimiento.
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