Esta es una historia divertida, dulce, y también un poquito triste, pero una historia de Ayelén que vale la pena compartirse para que como padres nos demos cuenta de la influencia de nuestros actos en la vida de nuestros hijos. Como todos saben, Ayelén vive con síndrome de Down, y aunque no todas las personas con síndrome de Down tienen retos de peso, ella los tiene, y por eso y para mantener un peso saludable tiene hábitos alimenticios muy estructurados. Tiene una dieta 100% órganica, libre de azúcares, y basada en frutas y verduras. Pero no se preocupen, porque lo mejor es que a ella le encanta. Adora tomar buenas decisiones y es totalmente consciente de que esto es bueno para ella, el 99% del tiempo.
Por eso, este pasado Día de las Madres, asumí que no le importaría no tener un pastel para traerme a casa, de esos que venden en la escuela en fechas especiales, y como el año pasado me dijo que no lo quería, este año ví el anuncio y lo puse en la basura. “Una tentanción menos,” pensé.
Tuve que salir de viaje por trabajo y volví al día siguiente para pasar el Día de la Madre con mis dos retoñitos. Apenas crucé la puerta, corrió a traerme sus regalos. Me dió una carta hecha a mano y un ramo de flores plásticas. Y me dijo, “Feliz día, Mamá! Esto es para ti. Estas flores fueron muy difíciles de conseguir, pero te amo mucho.” “¿Difíciles de conseguir?¿Porqué, Ayelén?” le contesté. “No fue fácil,” me dijo, y se fue. Me olvidé completamente del asunto y la verdad pensé que era otra de sus historias y que probablemente estaba hablando del proceso de cortar las flores. Pero como eran plásticas tampoco me preocupé y así pasamos el día.
A la mañana siguiente, la maestra me llamó para hablar de Ayelén y lo que había pasado el viernes pasado. Bueno, según la maestra, cuando fue tiempo de dejar el salón de clases ese viernes, Ayelén vió a otros niños llevando pasteles para sus mamás, y casi le da un ataque. Le dijo a la maestra que no era posible que algunos niños lleven pasteles y ella no tenga uno para mí. Que seguramente yo estaba esperando mi pastel para celebrar en domingo. Las maestras no sabían que hacer, así que para calmarla, decidieron recolectar las flores que ellas habían recibido durante el día y pusieron el ramo de flores que Ayelén me había entregado.
“No estaba totalmente convencida pero finalmente subió al autobús,” me dijo la maestra. En ese momento recordé las palabras de Ayelén cuando me entregó las flores, “Fue difícil conseguir esta flores para tí,” y me sentí terrible por no haber comprendido todo lo que quería decirme.
Al mismo tiempo me sentí orgullosa de la gran defensora de amor en la que se ha convertido para ella misma y para su familia, y me sentí bendecida de saber que las maestras hicieron su mejor esfuerzo para ayudarla del modo más apropiado y compasivo posible. Al final, todo lo que ella quería era hacerme feliz. También me reí un rato ahora que tenía todos las piezas de la historia, y pude enteder su frustración y también su satisfacción a haber conseguido traer algo especial a casa. l
“Mi amada Ayelén, he dedicado mi vida entera a defenderte, amor mío. Y aún amándote tanto como te amo, sigo cometiendo errores tontos como este que te ponen en una situación tan difícil. Créeme que me sentí la mamá más horrible del mundo cuando me enteré de todo lo que había pasado, pero al mismo tiempo, se que estabas luchando por amor. Eres la mejor defensora de amor que jamás he conocido. Gracias por tu amor!“
Con esas palabras la esperé el Lunes en la tarde. Le pedí disculpas y le dije que me sentía orgullosa de ella, y que por supuesto, la amo con la vida. También le recordé que las cosas no siempre salen del modo que queremos y que es correcto buscar alternativas y negociar los resultados, que fue lo que ella hizo. Que siempre tenemos que escuchar y ser respetuosos con los demás, y en su caso, confiar en sus maestras que siempre están ahí para darle una mano. Me abrazo y me dió un besote, y junto con eso, coronamos el Día de la Madre, que sucede todos los días en realidad. Ella es una defensora del amor.
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