Como creadora de contenido e influenciadora social, recibo cientos y a veces miles de mensajes cada mes. La mayoría vienen de familias de hijos con discapacidad que buscan respuestas o apoyo en momentos de confusión, de estudiantes que buscan la opinión del padre, de profesionales que quieren aprender de la experiencia. Me encantan las preguntas y trato de contestarlas todas, pero de cuando en cuando, alguien cae en alguno de los videos o artículos por error o coincidencia y en vez de preguntar por lo que no conoce, deja uno de estos típicos comentarios como el que sigue a continuación,

“Eliana, llegué a tu blog buscando frases de amor para mi hijo. Me encantaron tus frases y me conmovió que ames tanto a tus hijos porque yo creo que no podría hacer lo mismo si mis hijos fueran –así-. No se cómo le haces pero quisiera recomendarte algunos métodos y productos que seguro ayudarán a que tus hijitos tengan una vida mejor. No sabes cuánto lo siento pero “estos niños” son las más felices del mundo.”

Cuando leí el mensaje no supe si reír o llorar, si ignorar o contestar, si tenerle pena a ella o sentirme culpable de juzgarla por semejante hazaña. Son tantos años y sigo quedando atónita. Así que para no perder la oportunidad y utilizarla a nuestro favor en vez de en contra, aquí va para quienes asumen que las familias de personas con discapacidad viven en sufrimiento.

Queridos habitantes de este planeta,

En las siguientes líneas les quiero ofrecer una simple guía que les permitirá ser más inclusivos, más humanos, y por tanto, más respetuosos cuando se trata de la percepción de personas con discapacidad y sus familias.

La cartita tipo mensaje citada en el párrafo anterior nos servirá de ejemplo para documentar como el prejuicio entorpece y limita sin siquiera darse cuenta.

1. Conmoverse porque una madre ama a sus propios hijos. Quienes somos padres, analicemos qué se necesita para amar a un hijo. QUE SEA DE UNO, y eso aplica también a quienes a pesar de no ser padres biológicos se comprometen con el deseo de verlo crecer y ser partícipe de cada uno de sus pasos. Entonces, ¿porqué nos conmovemos de presenciar una situación tan natural en la cual padres aman a sus hijos?
Respuesta. Nos consume el prejuicio y no vemos al hijo, solo vemos su discapacidad y como no nos gusta la discapacidad, asumimos que tiene que ser un gran sacrificio amar a un hijo con una.
2. Declarar que uno no podría amar a un hijo porque tiene una discapacidad. El amor no es condicionado, y si como padres condicionamos el amor hacia nuestros hijos pensando o afirmando cosas como esta, entonces probablemente tenemos que tener lástima por nosotros mismos y no por quienes hacen lo más típico y natural que es amar a sus hijos y poder pese a cualquier reto. Aquí no hay magia ni milagros, es natural que los padres amen a sus hijos, y que a lo largo de la vida, y no solo debido a una discapacidad, se adapten y fortalezcan ese amor en los retos. La vida es larga y totalmente inesperada, y si sentimos que tenemos que admirar a un padre por amar a su hijo con discapacidad, ¿cómo enfrentaremos entonces los momentos en los cuáles nuestros hijos “perfectos” enfrenten una crisis? Acaso, ¿los vamos a dejar de amar?
3. A las recomendaciones de profesionales, servicios, y productos milagrosos NO SOLICITADOS. ¿qué es lo que nos hace pensar, creer, o asumir que las personas con discapacidad o sus familias viven en un nivel de sufrimiento tal en el cual viven ansiosas y esperando que un total desconocido les ofrezca la cura milagrosa? ¿Qué tal que en las calles de este vasto mundo todos nos atreviéramos a acercarnos a todos a quienes percibimos como “raros o carentes de algo,” con sugerencias de qué tomar, qué hacer, o cómo hacerlo? La vida no es un circo y las personas con discapacidad y sus familias no tienen por qué ser blanco de consejos no solicitados. Literalmente, es tan irrespetuoso como los promotores de cremas reductoras o de tratamientos faciales que se apuran a darte una muestra cuando vas caminando por el mall, porque inmediatamente te definen o identifican como alguien que necesita su producto.

En conclusión, si para hacerlo más llevadero atribuimos a estos malos ratos que la mayoría de la gente se excusa basados en la noción de que son “compasivos,” aclaremos que la compasión es un sentimiento positivo e inclusivo que activa. No es un sentimiento exclusivo ni de lástima que disminuye. Es maravilloso que todos la experimentemos en ciertos momentos de nuestras vidas porque nos puede ayudar a crecer como seres humanos y a ayudar a las personas a superar crisis y situaciones inesperadas. Sin embargo, la discapacidad no viene asociada a ninguna palabra ni a ninguna circunstancia. Las personas con discapacidad y sus familias, como el resto de los mortales, son el resultado de su trabajo, de su fe, de su dedicación, y de la aceptación plena, porque aunque cuesta relacionarse a lo que no conocemos, todos vivimos etapas de adaptación para aprender a amar y aceptar sin límites, reconociendo las debilidades y celebrando las capacidades.

Si no hemos vivido ese proceso y nuestra felicidad se basa en la ilusión de que somos o tenemos hijos perfectos, talvez de la experiencia de personas o familias que se han enfrentado a retos para crecer, madurar y fortalecerse, podamos aprender a tener una visión más amplia, más inclusiva, y más evolucionada de lo que es el amor.

Por el momento, la mejor manera de evitar asumir y promover prejuicios es preguntar. Preguntando se llega a Roma, dice el dicho!

Eliana Tardío
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About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

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