En este camino de criar hijos con discapacidad he aprendido que lamentablemente en la vida hay solamente dos opciones: activarnos o victimizarnos. Para nada se trata de ser perfectos porque ciertamente hay momentos en la vida en los cuales nos rendimos, tropezamos, y caemos. Aún así, tenemos el control y ganamos el control con cada decisión que tomamos. Y esto se traduce al título de este artículo, porque la discapacidad no es la causa, es la excusa.
Si los padres viven en negación o temor al juicio o a la ofensa, lo más natural es que en el deseo de protegerse a sí mismos de estos sentimientos que los congelan o dis-capacitan, se aislarán del mundo y por tanto, aislarán a sus hijos bajo la excusa de querer protegerlos. Nadie dice que es fácil hacer lo contrario, nadie discute lo agotador y lo frustrante que puede llegar a ser vivir en un estado constante de lucha, pero lo que no se puede negar es que sólo hay un modo de conseguir que nuestros hijos alcancen una vida plena, y sólo se logra enfrentándonos a los prejuicios, trabajando duro por capacitarlos, y entregándonos en cuerpo y alma a hacer la diferencia que queremos ver reflejarse en el mundo.
Cuando la Discapacidad se Convierte en Excusa
- Callamos en vez de denunciar, o hablamos mucho y en conclusión no decimos nada porque sólo hablamos para quejarnos y nunca nos activamos para empoderarnos.
- Nos conformamos con lo que los demás nos quieren dar, y nos dejamos convencer por lo prejuicios de quienes nos quieren hacer creer que querer más para nuestros hijos es falta de aceptación o una ilusión sin sentido.
- Decidimos victimizarnos en vez de activarnos, y por tanto, caemos ante la tentación de ser reconocidos con lástima e identificados como los “pobres,” los “especiales,” esos cuya misión es tan grande que ya no necesitan luchar por ser reconocidos como seres humanos, sino ser tratados con condescendencia y coronados con una serie de etiquetas que se manifiestan como premios de consuelo.
Ser padre es una tarea difícil y probablemente es todavía más difícil para quienes tenemos hijos con discapacidad si consideramos que la vida es una montaña rusa y realmente no sabemos qué esperar del mañana. A veces todo parece maravilloso, parece que estamos avanzando, transformando el mundo, y haciendo la diferencia, y de repente, le toca a uno toparse con un artículo que habla del futuro en picada.
Y honestamente uno se pregunta si tanta lucha vale la pena, y uno los mira a los ojos, los ve sonreír, y de repente el vagón comienza a subir y subir, y uno recuerda que la discapacidad no es la causa, sino la excusa, porque al final, uno afianza y agradece tener el amor, el valor, y el compromiso de darles la mejor vida posible un día a la vez. El mañana vendrá sólo, pero el hoy siempre estará bajo control si dejamos a un lado las excusas y trabajamos con amor y fe en nuestros hijos.