Mi hijo Emir tiene su show semanal de cocina en Facebook Live. No es una producción pero una actividad programada al vivo para darle cuerda a su pasión por la cocina. Cuando sea grande quiere ser jugador de futbol, cocinero, o chef. Desde chiquito siempre mostró gran interés en ayudar y a medida que ha ido creciendo sus habilidades se han pulido con la práctica y supongo que también, resultado de la necesidad, ya que tengo que admitir que yo, su madre, no soy buena cocinera. La gente me pregunta mucho porque mi hija Yaya generalmente no forma parte de los videos. Siendo niña, se asume que debería tener interés por este tipo de actividad, pero no, no a todas las niñas les gusta cocinar.
Para quienes nos conocen de años y siguen nuestras vidas desde que Emir y Ayelén erán bebés, probablemente ya saben que Yaya no hace nada en casa y que Emir muere por hacerlo todo por ella. Son dos hermanos bastante típicos y atípicos a la misma vez, típicos en el sentimiento de hermandad, y de cierto modo atípicos porque aunque son todavía jóvenes y ambos viven con síndrome de Down, son increíblemente conscientes de sus capacidades únicas y las balancean perfectamente para apoyarse el uno al otro. Así es como cada fin de semana, Emir espera ansioso por su oportunidad de apoderarse de la cocina por dos días. Ayelén no participa de la elección de los platos, de las compras, ni de la preparación. Ella disfuta mirando de palco, y él ama hacerla feliz y sorprenderla. Y de nuevo, supongo que es porque no a todas las niñas les gusta cocinar, y está bien.
Ayelén es una fashionista innata. Se transforma en frente de las cámaras. Le gusta actuar. Quiere un canal en YouTube. En sus propias palabras, quiere darle un click a la computadora y verse sólo ella. La personalidad de Ayelén conectada a su actitud la hacen única. No le interesan las ollas pero si los zapatos y los trapos. Se hace chalinas con retazos de tela y hasta capas con toallas y cortinas. Para muchos es una mala decisión apoyar estos intereses porque se escucha constantemente que no se deben criar “hijas plásticas.” Yo adoro su plasticidad, su individualidad, y sobre todas las cosas, la oportunidad que he encontrado apoyando sus intereses para ayudarla a crecer en vez de vivir bajo los prejuicios de género que limitan tanto como los que enfrentamos en torno a la discapacidad.
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A través de su pasión de la moda Ayelén ha aprenido patrones, a combinar, a ordenar por colores, por tallas, por tamaños. Desde temprano aprendió a vestirse sóla para tener la independencia de hacer sus propias combinaciones, de practicar sus poses y sus diferentes expresiones frente al espejo. Tiene conciencia del valor de las cosas porque se las gana con su trabajo y con su esfuerzo. Si, Ayelén constantemente hace trabajos pagados a través de mi blog. Entre muchos este es uno con Sears. Otra cosa que considero tremendamente importante, he visto a Ayelén florecer a través de su pasión por la moda porque con su propio estilo marca estilo y está increblemente orgullosa y complacida de ser ella misma.
Como padres, celebremos a nuestros hijos siendo ellos mismos. Miremos más arriba de los pejuicios para sonreírle a la oportunidad y ayudarlos a dar pasos sólidos para crecer y disfrutar de cada paso del camino. Así como Emir aprende a través de su actividad favorita, la cocina, Ayelén aprende a través de la suya, la moda. Ambos están haciendo un gran trabajo, y si, quien se case con Emir, si algún día se casa, se sacó la lotería. Quién se caso con Yaya también, porque en su fortaleza alcanzará el éxito.