Este artículo fue creado en colaboración con P&G como parte de su campaña Love Over Bias – Amor Sobre el Prejuicio. Así es como yo veo a mis hijos y como sueño que todo el mundo los pueda ver algún día.
Si pudieras verlos como yo los veo, verías la belleza impresionante en sus ojos almendrados, la fortaleza insuperable de sus pequeñas manos, la gran habilidad escondida en la discapacidad, y la fuerza del amor sobre el prejuicio.
Emir cumplirá 14 años en un par de meses mientras Yaya está lista para celebrar su cumpleaños número once con una fiesta de Súper-Héroes en la escuela. Cada palabra que sale de sus bocas es preciosa. Todavía tienen retos con el lenguaje. Todavía están trabajando para comunicarse en frases bien estructuradas. Les toma más tiempo aprender y masterar las cosas. Pero para mí, y porque cada paso es significativo y cada avance cuenta, todo lo que consiguen y están en el proceso de lograr es mágico y perfecto.
Si pudieras verlos como yo los veo, entenderías que la comunicación es más que palabras, que la comunicación empieza en nuestros corazones y crece en base al amor, la paciencia, y la comprensión. Celebrarías sus errores de lenguaje sencillamente porque en los ojos de una madre, no hay errores pero oportunidades para crecer. Estarías fascinado por las capacidades que los retos pueden crear.
Si pudieras verlos como yo los veo, verías las posibilidades interminables que cada uno tiene en su individualidad. Serías capaz de mirarlos a los ojos para imaginarte su futuro desde un lugar de alegría y esperanza. Te emocionarías e inspirarías en las posibilidades. Y es que cuando lo miro a él veo un chef, puedo escuchar su risa, y puedo ver alegría, amor, e inmensa satisfacción en su futuro. Cuando la miro a ella, veo su sonrisa, y siento su emoción cada vez que publicamos un nuevo video. Siento su orgullo cuando mira sus fotos y se da cuenta de lo bella y talentosa que es. Veo autoestima porque cree en sus sueños y sabe que los merece todos.
Si pudieras verlos como yo los veo podrías admirar su fortaleza, su pasión por la vida, su esfuerzo diario por alcanzar cosas simples pero increíbles. Verías dos corazones llenos de amor y dos almas llenas de compasión y gratitud por las pequeñas cosas que se vuelven gigantes en sus ojos. Encontrarías inspiración en su alegría, en su simplicidad, y en su pasión por vivir. También aprenderías que ninguna de estas cosas llega como resultado de la discapacidad, sino como el fruto de sus habilidades y el amor y la fe con la que han sido criados.
Si pudieras verlos como yo los veo, nunca dudarías acerca de la magia de la vida. Te darías cuenta de que cada vida cuenta y empieza como una hoja en blanco en la cuál los padres eligen qué escribir. Serías consicente de que las predicciones y probabilidades no so tan importantes porque el amor habilita, el amor cura, y el amor te enseña a ver de modos en los que nunca esperaste ver. Aprenderías la lección más importante que todo padre amoroso aprende: los hijos con necesidades especiales no hacen a sus padres especiales, pero en vez de eso, somos nosotros como padres los que nos ganamos el título cuando hacemos nuestro mejor esfuerzo, cuando creemos en nuestros hijos, y cuando les enseñamos a los demás con altas expectativas el modo en que queremos que vean a nuestros hijos.
