De estas casi cuatro décadas de vida hay momentos que atesoraré por siempre. Uno de ellos es el día en que tu naciste, Ayelén. Darte vida es una de las cosas más magníficas que jamás he experimentado. La sensación de sentirte crecer dentro de mi vientre mientras soñaba con tu rostro, tu sonrisa, y la persona en la que te convertirías ha sido una de las experiencias más mágicas que fue sobrepasada únicamente por la luz de tus ojos almendrados cuando me miraron directo al alma invitándome a abrazar el compromiso más hermoso y humanizador del mundo: convertirse en madre.
¿Qué te puedo decir, vida mía?
Eres fuerte. Caprichosa, determinada, independiente, y al mismo tiempo, dulce, amorosa, y totalmente dependiente de mi. La responsabilidad de apoyarte para que te conviertas en la mejor versión de ti misma es lo que me inspira a trabajar por ser la mejor versión de mi misma, para ti y tu hermano. Hemos crecido tanto juntas, amor mío. Hemos llorado tomadas de las manos en esos momentos cuando me he encontrado sin respuestas cuando lo único que quiero es hacer de este mundo un lugar mejor para tí. En los momentos más difíciles de la vida en los cuáles tus retos han interferido con tu capacidad de comunicarte, Ayelén, me has enseñado a leer tu mente, a desenredar la madeja, y a seguir las pistas en lo que una vez fue el laberinto que hoy llamamos hogar.
Me has enseñado las lecciones más grandes de amor y compromiso porque nunca me daría por vencida cuando se trata de ti. Nunca te fallaré, y siempre estaré aquí para recordarte tu valor, tu hermosura, y que todo lo que te mereces. Eres la hija más perfecta, hermosa, y maravillosa que jamás hubiera podido soñar. No cambiaría por nada tus palabras cortadas, tu sonrisa, tus bromas, y tus historias. Eres una parte de mí, y te amo por eso quién eres siendo tu misma.
Eres mi inspiración para vivir sin límites. No te conformas con menos, no te rindes, nunca lloras pero luchas, no pides pero exiges. Me veo en tus ojos y se que tu te ves en los míos. La vida nunca ha sido fácil y probablemente nunca lo será, pero estoy orgullosa porque nos tenemos la una a la otra, y si Dios me lo permite, estaré siempre aquí para tí y se que tu siempre estarás aquí para mí.
Te amo, vida mía. Feliz onceavo cumpleaños de parte de la persona que más te ama en el mundo: tu mamá.