Hoy Ayelén llegó de la escuela y le recordé que íbamos a leer su libro favorito juntas. Corrió a buscarlo en su mochila para darse cuenta de que lo había olvidado en su salón de clases. En cuestión de segundos vi cómo literalmente se desplomaba y caía al piso en un ataque de frustración. Me acerqué y le pregunté qué le pasaba, y ya la voz le temblaba mientras trataba de explicar que se había olvidado del libro. Me senté en el suelo junto a ella y le dije: “No hay forma de volver atrás. Olvidaste el libro. El libro está en el banco en la escuela. Cuando lo recojas mañana lo leemos.” Respiró hondo y fue a buscar otro libro.
Más tarde recordé el momento y me di cuenta de algo grande que uno como padre gana con el paso de los años: estabilidad emocional para manejar situaciones que enfrentadas de otra manera se salen de control. Pero llegar al momento en el cuál uno tiene la templanza para ponerse al nivel de un niño, demostrar empatía, y al mismo tiempo no perder la paciencia para extinguir el berrinche en vez de activarlo no es una tarea fácil. Y es que la lógica es realmente lógica cuando analizamos que nuestros hijos son el resultado de nuestras acciones como padres: hay que entenderlo en vez de juzgarlos, hay que educarlos en vez de castigarlos.
No es Sólo Educación y Disposición, pero también Estado Emocional
Un padre cuyo estado emocional no es estable difícilmente tiene la capacidad de no estallar cuando ve a su hijo tirarse al piso y actuar de modo irracional. Si uno como adulto está arrastrando frustración, estrés, y cargas emocionales, lo más normal y natural es el comportamiento irracional del niño le dará al padre una excusa para descargar todo lo que viene tratando de manejar durante todo el día. Hablando de prioridades emocionales, ¿cómo puede un padre que está pasando por una situación difícil a nivel personal, encontrar el balance para sentarse al suelo a discutir las emociones de su hijo en torno a un cuento?
El Compromiso de Estabilidad Integral como Familia Genera el Balance Emocional a Nivel Individual
No todos los días de mi vida son buenos. No todos los días de mi vida tengo la disposición o el enfoque para lidiar con las explosiones emocionales de mis hijos. Hay días en los cuáles es realmente difícil no perder la paciencia, y esos son los días en los cuáles tengo muchas cosas más urgentes con las cuáles lidiar: Me atrasé con el trabajo, salió mal un plan, me dijeron en la escuela que necesitamos reunirnos otra vez, o sencillamente no es una, pero todas juntas.
No Podemos Tener Control Total del Entorno, pero si podemos Controlar el Modo el que Respondemos Cuando Trabajamos en esa Estabilidad Emocional
El primer paso para poder tener las herramientas que nos permiten dar una respuesta positiva a nuestros hijos en sus momentos más difíciles es como padres, analizar nuestras carencias y trabajar hacia encontrar las herramientas para cubrirlas.
- ¿No tenemos suficiente dinero? ¿Cuál es el paso para aspirar a tener una vida mejor a nivel económico?
- ¿No somos felices como pareja? ¿Cómo trabajamos para romper el ciclo y encontrar una solución?
- ¿Nos sentimos perdidos y no sabemos qué decisiones tomar o qué pasos seguir? ¿Dónde conseguimos la información y educación que nos faltan para tomar mejores decisiones?
Para bien o para mal no hay manera más simple de conseguir corregir la ecuación y hacer que la lógica funcione a nuestro favor: los hijos felices, comprendidos, seguros de sí mismos, son resultado de padres que entienden que uno no puede dar lo que no tiene, y que cuándo uno identifica lo que no tiene no debe ser motivo para tenernos lástima o victimizarnos, sino para dar el próximo paso a empoderarnos y ser felices, para poder hacer felices a nuestros hijos.