Como padres de hijos con necesidades especiales, es crucial tener la capacidad de hacer la diferencia entre las cosas que podemos controlar y aquellas que están fuera de nuestro control. Basada en mi experiencia, no importa lo comprometidos que estemos con el positivismo frente a los retos, siempre hay y habrán preguntas difíciles que nos harán dudar de la efectividad de nuestros esfuerzos en nuestro rol de padres, de defensores, y educadores de nuestros hijos con una discapacidad.
Por ello, en momentos cuando siento que todo está fallando o que las cosas no salen cómo yo esperaba, he aprendido que hay cosas que no puedo controlar y que no puedo dejar que me controlen a mí. Y hay cosas que si puedo controlar y que me pueden ayudar a lidiar con la ansiedad fruto del sentimiento de angustia o preocupación.
Por ejemplo,
Como el padre de un hijo con retos de lenguaje, sin importar lo buen padre que seas, no tienes control de cuándo tu hijo hablará o de si será capaz de clarificar su lenguaje; sin embargo, con tu actitud controlas y activas tu habilidad de ayudarle a tu hijo a encontrar maneras alternativas de conectarse y comunicarse en el proceso de aprender a hablar. Piensa en esto, puedes seguir empujando, gastando dinero, o agregando más terapias al calendario, pero la pregunta es, ¿vale la pena? Encontrar el balance no sólo te dará control sobre tus emociones sino que también ayudará a tu hijo a sentirse feliz mientras disfruta de experiencias típicas que pueden ayudarle de una manera mucho más motivadora.
Y lo mismo sucede con cualquier habilidad intelectual o física. No puedes cambiar a tu hijo, y no estás supuesto a hacerlo porque tu hijo ya es perfecto. Sin embargo, puedes ayudarle a tu hijo a desarrollar el máximo de sus capacidades. Sentirte parte del éxito es una decisión que aprenderás a disfrutar desde la humildad de los pequeños triunfos que son esos que te darán razones para sonreír mientras sientes que la vida está bajo control gracias a un sentimiento saludable de satisfacción, balance, y aceptación plena de ti y tu hijo.
De cierto modo, la vida a veces parece ir demasiado rápido pero al mismo tiempo lo suficientemente despacio para darte oportunidades de reflexionar, conectarte con tu ser más profundo y encontrar una razón mayor para lidiar con la vida y sus sorpresas cuando las cosas están fuera de control. Y es que algunas veces la única manera de ganar control es ceder control. Supongo que de todas las lecciones que he aprendido criando a mis hijos, Emir y Yaya, esta es probablemente una de las más significativas de la cuál todavía sigo aprendiendo.