Muchas personas no ven o reconocen el valor de la palabra cuando se trata de enfrentar retos o de hacer una diferencia cuando hay desacuerdos o crisis. En vez de ello, mucho padres deciden callar, ignorar, o prefieren poner la responsabilidad sobre alguien más que hable en su nombre. Es más, desde mi experiencia, siempre escucho a padres decir que hablar o defender a sus hijos en contra del prejuicio es una guerra que no lleva a ninguna parte, y todo lo que causa es frustración y presión en ellos. Incluso trabajando con familias de diferentes nacionalidades y circunstancias, puedo decir como padres somos más parecidos que diferentes en el sentido de que todos queremos darles a nuestros hijos la mejor vida posible, aún cuando no siempre nos sintamos capacitados para conseguir lo que les hace falta. La mayoría de las familias que buscan apoyo sienten que hay un secreto o una receta que alguien esconde y que no ha sido compartida. Y cuando escuchan, que la diferencia se hace cuando los padres deciden hablar en vez de callar, tienden a sentirse ofendidos. “Lo he venido haciendo por años, y nada pasa.” “He dicho lo mismo pero nadie me escucha,” y así, en vez de escuchar para aprender a hablar, hablamos tanto hasta que asumimos que en cierto momento de la vida ya lo único que tiene sentido es callar.
Mejor que nadie comprendo los retos que hablar en vez de callar implica. Defender desde la objetividad y el balance emocional es frustrante y es todavía más difícil cuando el otro lado se muestra indiferente. Lo entiendo. Es entonces cuando los padres se desesperan y sienten que un abogado podría defenderlos mejor cuando se trata de problemas con el distrito escolar o proveedores de servicios, pero desde mi experiencia creo que hablar en nombre de nuestros hijos y defenderlos a todos los niveles no se trata tanto de propiedad a nivel legal sino de pasión a nivel personal. Hablar es en el realidad mágico, pero esa magia no sucede ni a la primera ni a la segunda. Toma años de práctica y crecimiento personal.
Tres Momentos Que Han Cambiado la Vida de Mis Hijos en los Cuáles Como Padre Decidí hablar en Vez de Callar
1ero. 2010
No tenía conocimiento profesional en temas de inclusión, pero sabía que mi hijo no pertenecía a una clase segregada. Peor aún a una que estaba básicamente asilado en un rincón de la escuela. Una en la cual los estudiantes no eran retados a ser mejores y eran horriblemente relegados sin siquiera tener la oportunidad de comer o interactuar con sus pares típicos. Había escuchado un millón de veces que hablar no cambiaba nada de parte de otros padres, sin embargo aún así, decidí hablar en vez de callar. Pedí oportunidades inclusivas para mi hijo. Pedí oportunidades equitativas. Y sucedió. Y no fue fácil. Ganar la confianza para hablar fue el verdadero reto, y lo hice cuando me sentí preparada y si hizo la diferencia. No hablé desde la visión profesional sino desde el corazón de una madre que creía ciegamente en la capacidad de su hijo. No renuncié a mis sueños pero invité a los demás a que sean parte de ellos. Así que aunque hablar y defender requiere dejar las emociones de lado, las emociones controladas y bien dirigidas son parte del triunfo porque ciertamente nadie puede defender a un hijo mejor que un padre, y esa diferencia la hace el amor.
2do: 2014
Emir estaba en 4to grado. La maestra no estaba calificado, pero como sucede muchas veces, la condición de Emir se identificó como la causa del problema. Fue increíblemente difícil tratar de defender a Emir sin ofender o culpar a los demás. Parecía imposible encontrar la perspectiva para mantener el auto-control. No fue fácil. En este punto, me di cuenta que defender a un hijo no es el trabajo de una sóla persona, y que parte de este compromiso es identificar aliados. Nunca fue mi intención castigar a la maestra por no saber hacer su trabajo. Lo único que quería era que mi hijo esté en el lugar adecuado para continuar con su proceso inclusivo, y así sucedió. No lo logré sóla desde mi posición de súper héroe. El equipo completo llegó a un acuerdo enfocados en darle a Emir lo mejor posible, como individuo. Decidí hablar en vez de callar y si no hubiera utilizado mi voz Emir no estaría dónde está hoy. Cuando Emir se graduó de la escuela primaria, todos nos sentimos orgullosos de él porque todos fuimos parte de su éxito.
3ero: 2017
Emir se va a la escuela secundaria. Esta es un poco más difícil, porque aquí yo no gané pero tampoco perdí. A estas alturas de mi vida ya no soy la defensora emocional que fui una vez. Tengo el conocimiento, entiendo la ley, amo leer acerca de educación especial y tengo una comprensión sólida de cómo funciona el sistema. Puedo hablar claramente, y se cómo prepararme para una reunión. Así que en mi intento de darle lo mejor a Emir, por primera vez pedí una asistente a tiempo completo. No sucedió así y en cambio se me ofreció una maestra de apoyo en el aula y apoyos naturales durante las transiciones sociales. Hice mi trabajo. Me reuní con el equipo. Afronté el riesgo, y decidí creer en ellos. No lo hice sóla, lo hice con el apoyo de una gran amiga. La pregunta crítica que siempre me hago cuando las cosas no salen como yo quisiera, es, ¿ estoy haciéndolo porque quiero ganar o porque quiero que gane Emir? Y así me aseguró de que lo estoy haciendo por él y que no pierdo la perspectiva. Aunque las cosas no salieron como yo esperaba, salieron bien. Y todo empezó con la determinación de hablar y clarificar mis expectativas: Que Emir siga su proceso de inclusión de manera positiva. Entonces, padres, siempre guarden este mensaje en su corazón: No lo sabemos todo y el premio son ellos.
¿Qué es lo que hemos alcanzado como familia, Emir, Yaya, y yo? Emir está haciendo un gran trabajo en la escuela secundaria. Es independiente. Su maestra de apoyo es fantástica y le está dando apoyos formales e informales para facilitar su inclusión. Su comunicación. Si tengo que elegir con cuál de los premios de la inclusión me quedo, me quedo con su capacidad de comunicarse. Este niño que una vez fue clínicamente diagnosticado como no verbal, puede hablar.
Ayelen, tan única como ella es, sigue los pasos que Emir dibuja con su experiencia. Sus intereses son totalmente diferentes y a pesar de que no sabemos lo que el futuro nos depara, lo que sea será siempre más fácil para ella gracias a Emir.
Y yo, yo estoy muy feliz por mis hijos, y puedo afirmar que cada vez que he decidido hablar en vez de callar, les he cambiado la vida para bien. No se cómo la vida hubiera sido si hubiera decidido algo diferente, pero se que he tomado la major decisión porque cuando uno toma control de la vida, uno elige lo mejor para los que ama. Entender que defender o hablar no hace un cambio automático es importante, porque en realidad es una habilidad que se desarrolla a lo largo de la vida. Defender y hablar en nombre de nuestros hijos funciona como un compromiso de tener los ojos siempre abiertos y enfocados en el premio mayor mientras celebramos el amor y la individualidad de nuestros hijos. Para mí, esa es la definición y la importancia de hablar y defender. Y ciertamente, nadie puede hacer esta tarea mejor que un padre.