Me parece súper interesante cuando escribo o comparto algo y la gente me culpa de tenerlo todo o de hablar desde una posición de privilegio cuándo hay tantos que no pueden porque no tienen lo mismo. Yo tampoco lo tengo todo, y todo lo que he tengo me lo he ganado a pulso. Pensando y actuando con metas, trabajando y forjando en bases a estrategias. No me quejo de la vida, la amo infinitamente, pero ciertamente hubiera podido utilizar mis circunstancias para victimizarme pero todo lo contrario, he decidido cambiar lo que está a mi alcance y no dejarme vencer. Por eso es que creo que cuando la vida tiene retos todo logro se siente como un milagro, y es decisión de cada uno de nosotros hacerlo suceder.
Y digo se siente, porque no hay paralizador más grande que tratar de tornar las circunstancias de la vida en privilegios que nos permitan conseguir algo de modo más fácil. En nuestra circunstancia de padres de hijos con discapacidad la más usual es tratar de tornar la difícil tarea de criar un hijo con discapacidad en una etiqueta especial para quitarnos la responsabilidad y el trabajo que la tarea implica. Tener un hijo es un milagro. Que tu hijo haya nacido o sea diagnosticado con una discapacidad es una realidad que tienes que aceptar para planear el futuro. Auto-identificarte o identificarlo a ella o él como especial no hace milagros. El milagro sucede el día que asumes la responsabilidad de entender que mientras no te remangues la camisa y pongas manos a la obra, nada, absolutamente nada sucederá. El milagro lo creas tu.
El mayor milagro sucede cuando miras alrededor para identificar los retos. Los analizas, trabajas en tu estrategia personal, que puede incluir pero no se limita a:
- Educarte al respecto
- Comprometerte al cambio involucrándote a nivel personal
- Uniéndote o creando grupos de cambio
- Enfocándote a hacer tu mejor trabajo en casa criando a tu propio hijo sin límites, y al mismo tiempo, entendiendo y aceptando que todos los seres humanos tenemos límites.
El milagro se siente en el alma cuando después de haberte quebrado la espalda luchando y trabajando, después de meses años, y quizás la vida entera, miras alrededor y ves el fruto de tu esfuerzo materializado en la vida de los que amas. No será perfecto, quizás no tendrá nada fuera de serie, quizás tu vida será un más o menos típica porque todavía tendrá un millón de retos y reconocerás más que nunca que todavía falta mucho por hacer. El milagro será mirarte hacia adentro y sentir que aunque nunca podrás controlar lo de afuera, tienes dentro todo lo que se necesita para enfrentarte a la vida cada día y hacer de ella lo mejor que puedas.
Ese es en mi opinión el verdadero milagro. El que no tienes que esperar ni tiene fecha de vencimiento. El que construyes cada día tu mismo.