La fe es probablemente la fuerza más grande y transformadora que los seres humanos podemos experimentar. Una frase que me ayudó mucho en los primeros años junto a mis hijos y en muchos momentos difíciles es una que dice, “La fe es la suave voz que susurra quizás cuando parece que todo el mundo te está gritando que no.”
Sin embargo, la fe no funciona sólo como un milagro inesperado. Sin duda, obra milagros ya que tiene la capacidad de hacer lo que parecía imposible posible, pero la fe es un camino que requiere disciplina, trabajo duro, educación, y el compromiso intenso de seguir adelante pese a las dudas, los golpes y los momentos difíciles.
En nuestro rol de padres defensores de nuestros hijos en general, y más aún de nuestros hijos con discapacidad, la fe es un componente indispensable del camino.
- Sin fe en nosotros mismos nunca podremos doblegar el sistema. Un sistema que es igual de inflexible y complejo en todos los lugares del mundo.
- Sin fe nos vamos a ahogar en un estado de victimización en el que sentimos que nadie está peor que nosotros, en vez de mirar alrededor para reconocer y celebrar las bendiciones que nos servirán como la base para cargarnos de valor.
- Sin fe nunca vamos a romper el círculo de injusticia y frustración en el cual podemos haber caído fruto de nuestra falta de capacidad para tomar al toro por los cuernos y exigir desde el conocimiento, y luchar desde la lógica y la fortaleza de una comunidad que sabe hacia dónde va y qué es lo espera de sus hijos.
La fe se construye en cada decisión positiva que nos activa en vez de limitarnos.
- Cada vez que alguien nos cierra la puerta en la cara y en vez de apagarnos nos enciende de manera positiva para buscar respuestas, activamos nuestra fe.
- Cada vez que nos sentimos inseguros de nuestro conocimiento y nuestras capacidades, y en vez de rendirnos decidimos aprender lo que no sabemos y también enseñarlo y compartirlo, nuestra fe en nosotros mismos se fortalece y cambia el mundo alrededor.
Así que si, cada cosa llegará a su tiempo cuando trabajes por ello. Porque si te sientas a esperar que llegue por arte de magia, puede que no sólo esperes por siempre, sino que pierdas tu oportunidad de vivir una vida con fe en la cual tu fe en ti mismo hará que todo llegue en su tiempo perfecto: cuando has trabajado lo suficiente para conseguirlo.