He estado leyendo el libro de Eckhart Tolle, El Poder del Ahora, y como siempre, en muchos momentos he parado a pensar en cómo aplica en mi rol como madre y en general como el poder del ahora aplica en nuestro rol de padres cuando se trata de controlar la ansiedad.
Para mi controlar la ansiedad es probablemente el reto más grande. Tengo un diagnóstico oficial de hiperactividad que recibí en mi vida adulta y por supuesto una historia interminable de comportamientos difíciles a lo largo de mi niñez y juventud fruto de este diagnóstico que entonces básicamente no existía o se consideraba real. No nos olvidemos que 30 años atrás, los niños se portaban mal y la única discapacidad o reto real que era aceptable era aquel que podíamos ver físicamente o que afectaba considerablemente al individuo. Todo lo que estaba en medio era catalogado como mal comportamiento y los niños eran juzgados en vez de ser apoyados o comprendidos. Y no es de admirarse, ya que aún hoy vemos paternidad reactiva en vez de paternidad constructiva.
En nuestro rol de padres, me siento tentada a decir que todos nos estresamos pensando en el futuro, pero parte de mi proceso de controlar la ansiedad y ser consciente de ella es siempre tratar de reconocer que mis emociones son individuales y no todo el mundo siente igual. Dicho esto voy a usar la frase, “muchos padres” se estresan pensando en el futuro, más aún cuando sus hijos tienen una discapacidad o cualquier reto de aprendizaje. De cierto modo preocuparnos nos mantiene ocupados y sentimos que sentirnos de otro modo es irresponsable.
¿Cómo se manifiesta esta tendencia? Todo lo que hacemos se enfoca en el resultado final y tan enfocados estamos en la meta que perdemos la intención del presente y somos incapaces de celebrar el camino porque sentimos que no hay tiempo. Por ejemplo, queremos que el niño hable, y la ansiedad y el objetivo de que lo haga nos mantiene pensando en el mañana y en el momento que va tener una conversación completa, y sin darnos cuenta, al vivir en el futuro anulamos el valor del presente y no disfrutamos de la magia del balbuceo, de la alegría de las primeras frases, de lo gracioso de los errores intermedios, de la conexión intensa que sucede en el proceso de aprender juntos en vez de la frustración que puede traer la impotencia de no poder acelerar el tiempo.
¿Cómo cambiamos este comportamiento? Ejercitando nuestras mentes para vivir en el hoy con acciones simples cómo cuestionarnos el porqué de nuestras acciones. Por ejemplo, en vez de sentirte agobiado y ansioso acerca del futuro, puedes preguntarte, ¿qué puedo hacer en este preciso momento para activarme y disfrutar del presente mientras construyo mi futuro? Si el ejemplo es el mismo y seguimos hablando del niño con retos de lenguaje, probablemente la respuesta será, enfocarte en el presente y en tu hijo y cantar una canción juntos disfrutando plenamente de cada segundo y cargándote del regalo que cada situación puede entregarte en vez de tratar de solucionarla desde el futuro anulando el momento actual.
El futuro es el resultado del presente, y sin importar cuán bien planeadas estén las metas, sino las construimos en el hoy nunca las vamos a alcanzar en el mañana. Vivir en el presente también nos permite aplicarlas y ajustarlas mientras seguimos construyendo un futuro real adaptado a nuestras necesidades y a nuestro logros en el proceso de evolucionar como seres humanos.
¿Qué más podemos hacer para controlar la ansiedad y aprender a vivir en el presente?
Ceder control y entender que cuando una persona aprende a ceder control, gana control en su vida, ya que un futuro prometedor es el resultado del trabajo de equipo en el cuál todos los miembros contribuyen y unidos hacen de cada día el mejor
- Fijar prioridades. Hay cosas que no podemos dejar de hacer porque son absolutamente necesarias, pero hay otras que no son tan importantes y que pueden esperar.
- Escuchar nuestros cuerpos. Cuando tu cuerpo te pide una siesta, escúchalo y descansa por 15 minutos. Cuando tu cuerpo te pide parar, para y descansa. Nada peor que ignorar la sabiduría de tu cuerpo cuando te está enviando una señal. Comulga con tu cuerpo y aliméntalo cuando te lo pide y dale descanso cuando lo necesita.
- Ejercítate. No importa la actividad que elijas, relájate a través del ejercicio diario. Una caminata, yoga, cardio. Lo que sea mejor para ti funciona.
- Hazte el propósito de todos los días hacer algo lindo por ti, y emociónate por tener el poder de hacerlo. No necesitas esperar a que alguien te de permiso o alguien te regale un masaje o un día libre. Tu tienes el derecho y el poder de hacerlo. Amarte es un placer, no un privilegio.