A lo largo de este camino he descubierto el arte de mirar sin límites y he aprendido a ver lo que en inglés se dice, el “big picture,” un panorama más amplio que no se enfoca en la pequeña falla o reto sino en la gran ganancia o pieza perfecta en la evolución integral. Y justo ayer miraba a Ayelén tomar su clase de matemáticas. Competía con sus compañeros en línea resolviendo problemas que la maestra dictaba. Ayelén lo hacía con su calculadora, que es una modificación aceptada en su currículum, mientras sus compañeros utilizaban lápiz y papel. Por unos segundos me senté no sólo a mirar sino a admirar su emoción. Y se me llenó el corazón de alegría al verla tan feliz.
A Ayelén le gusta competir, le gusta ganar y necesita sentirse parte de las cosas. En su caso, privarla de esta experiencia esperando que un día lo consiga del modo típico no es un motivador, es un castigo, ya que digan lo que digan, sólo nosotros conocemos a nuestros hijos y en vez de siempre estar en contra de la corriente obligándolos a poder algo establecido, podemos crear maneras de poder que al final, tienen un valor mayor cuando evaluamos la vida real y sus implicaciones.
El acercamiento a las situaciones cotidianas en la vida de nuestros hijos es tremendamente importante. Como padres tenemos que saber que podemos crearlo cuando aprendemos a ver ese panorama más amplio para celebrar el todo en vez de enfocarnos en la pequeña piedra que se atravesó en el camino. Por cierto, con este ejemplo personal no digo que todos los niños con síndrome de Down deben utilizar una calculadora. Todo lo contrario, digo que todos son diferentes y no es en las habilidades que están los aprendizajes reales, sino en el enfrentamiento a los retos para encontrar respuestas. Y es que cuando nos sobreponemos a nuestros propios límites, esos que dominan nuestra mente y nos dicen “lo que debe ser,” es cuando podemos hacer las cosas posibles rompiendo nuestras propias barreras para abrir las puertas y así, ver una panorama más amplio y enriquecedor.
Mirando la vida desde una perspectiva amplia y engrandecedora, tenemos que trabajar nuestra mente para que aprenda a conectarse con el amor alimentada de grandes expectativas que no se limitan a una meta específica, sino a construir mujeres y hombres de bien que no sólo tengan conocimiento académico, sino sobre todo, inteligencia emocional para aprender a utilizar sus habilidades con los apoyos disponibles para seguir avanzando hacia su propia independencia.
Creo que así como lo hacemos todos, cuando por ejemplo buscamos una silla porque no alcanzamos algo que está muy alto, así tenemos que enseñarles a nuestros hijos a buscar sus adaptaciones y modificaciones. Sin vergüenza ni culpa. En vez de criarlos con mensajes idealizadores o absurdos de que los límites no existen o de que tienen súper poderes, tenemos que enseñarlos a entender sus límites para habilitar sus capacidades y a celebrar su humanidad para celebrar sus fortalezas y debilidades.
Creo que solo así les enseñaremos fruto de nuestro ejemplo que este es un camino de amor cargado de premios inmensos. Premios más grandes que una buena nota o un examen perfecto, premios que te dan satisfacción a niveles más grandes, que te dan crecimiento y que te hacen cada día más inteligente y capaz a nivel emocional, que es la capacidad de manejar las situaciones desde una perspectiva más amplia, en vez de estresarte y frustrarte tratando de encajar desde una visión limitada y estandarizada de lo que significa éxito o felicidad.
