Así, a lo largo del camino criando a tu hijo con discapacidad vas a dudar muchas veces. Y es que dudar es humano pero sobreponerte a la duda es divino. Y no pasa de la noche a la mañana y no es un estado que se obtiene y se atesora. Sobreponerte a la duda es en realidad el significado de tener fé. Para mí la fé es un músculo espiritual. Algo que se trabaja constantemente. Algo que se alimenta y se mejora cada día. Algo que a veces decae. Algo a veces necesita descanso para cargarse de fuerza.
Muchos días a lo largo de la vida vas a experimentar los momentos más hermosos y los milagros más increíbles cuando de repente tu hijo o tu hija te sorprenda, y te demuestra que puede, incluso cuando tu no estabas completamente seguro o segura. Muchos días vas a sentirte agotado y exhausto de tratar e invertir grandes cantidades de recursos y fe, y te vas a sentir desilusionado. Y a veces te vas a sentir triste y otras enojado, y eso no significa que este será el resultado. Significa sencillamente que es tiempo de dejar ir y ceder control. Significa que es tiempo de renunciar al deseo de hacer tu voluntad para dejar que sea tu hijo quién te muestre el camino. Significa algo hermoso e intenso que te dará valor y te construirá como ser humano, significa ceder para recibir el verdadero milagro que no es otro que aceptación y amor sin condiciones.
Te invito a analizar y meditar acerca de los momentos más significativos y felices al lado de tus hijos, y en general, de los que amas. Te aseguro que la mayoría, sin todos ellos, han sucedido cuando menos lo esperabas. Cuando estabas en un estado de balance en el cual habías dejado la duda partir o la habías olvidado. Así es como de manera orgánica experimentamos cosas increíbles. Meditando acerca de ello aprendemos a ser conscientes de nuestro poder de crear estos momentos de modo consciente cuando aceptamos que la duda es humana y cuando en vez de aferrarnos a un objetivo único que creemos esencial o valioso, nos sobreponemos a la duda con la mente y el corazón abiertos para ceder control y ganar control sobre nosotros de una forma amorosa y transformadora.
La próxima vez que dudes cuando tu hijo o hija no puede lograr algo, cierra los ojos, respira y sonríe, y disfruta de lo que estás recibiendo en ese preciso momento. Sin juicios ni frustraciones. Celebra cada pequeña cosa que llega de modo constante, y mantén tu mente enfocada en como la gota perfora la roca en su constancia, en su calma y en su determinación. Que tu amor sea la gota que persevera, que acepte su imperfección para entender que la duda es humana y es pasajera, y que se acepte su grandeza para seguir calando y transformando con conciencia, con alegría y con fe.