Una de las preguntas constantes que me hacen los padres es, ¿qué es lo mejor que puedo hacer por mi hijo? Mi respuesta favorita es, “No hay nada peor que no hacer nada.” ¿Qué quiero decir con esto? Con esto quiero decir que en un camino largo y cargado de retos, es importante aprender a balancear la energía de forma positiva y en vez de obsesionarse con una gran meta, es mejor aprender a vivir cada día enfocados en los objetivos inemdiatos para aprender a vivir con intención y felicidad. Siempre hay tiempo para más, y como dice el dicho, “no amanece más temprano porque nos despertemos antes.”

Y hoy escribo acerca de este tema, porque no hay un sólo día en el cual no lea comentarios de padres que se niegan a creer que pueden hacer una diferencia en la vida de sus hijos. Y digo se niegan, porque todos enfrentamos retos similares y la base del cambio empieza dentro de nosotros como padres. La decisión de rendirnos es personal. La decisión de no coformarnos también es personal, y hay un millón de excusas para rendirse pero solo hace falta una para activarse, y eso es el amor por tus hijos.

Todos enfrentamos retos, absolutamente todos. Creo que el problema no son los retos, sino la percepción de que el premio está predestinado y que para ser un premio tiene que parecerse a algo que percibimos como triunfo. Cuando idealizamos la meta, inconscientemente minizamos el camino, y es entonces cuando en nuestra intención de alcanzar algo que parece imposible, nos rendimos sin siquiera haber empezado.

Entonces, si vemos a la inclusión social, académica o laboral como la meta en vez del camino, vamos a caminar enceguidos y obsesionados por llegar a ella, en vez de disfrutar de la vida con los ojos abiertos y aprender a ajustar los objetivos con amor, con objetividad y respeto por las habilidades individuales de nuestros hijos.

Todos podemos y debemos hacer algo por una sencilla razón: cuando esperamos que alguien lo haga por nosotros, estamos dándole el control de nuestras vidas y nuestro destino a alguien más. Y es entonces cuando “hacer algo es mejor que hacer nada,” se traduce a:

  • En vez de decir que el sistema no está preparado para incluir, ¿qué puedes hacer tu para comenzar a a prepararte y hacer una diferencia? Porqué tu también eres parte del sistema, y preparándote a ti misma para luchar la lucha desde el conocimiento en vez desde la emoción, ya estás cambiando el sistema.
  • En vez de decir que el mundo no está listo para incluír a nuestros hijos, ¿qué puedes hacer tu en tu propio mundo para ayudar al resto a prepararse? Porqué la inclusión comienza en casa y parte desde lo más profundo de tu ser cuando aprendes a comunicarte correctamente, cuando superas tus temores, y cuando humanizas en vez de idealizar.
  • En vez de decir que el mundo siempre discrimina, ¿qué puedes hacer tu para educar a tu alrededor? ¿Eres de los que prefieres callar bajo la excusa de que el mundo va a cambiar? ¿O eres de los que crees que si todos decidimos hablar si podemos hacer que el mundo cambie? ¿Quién eres tú?

Puedo asegurarte que hacer algo es mejor que no hacer nada. Y activarte por amor es siempre mejor que rendirte por temor. Podemos seguir culpando al mundo o podemos tomar acción y alterar positivamente nuestro propio entorno. Así se genera cambio.

Eliana Tardío
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About Eliana Tardío

Eliana Tardío es la mamá de Emir y Ayelén; ambos con síndrome de Down. Reconocida por su trabajo promoviendo la inclusión natural de las personas por su individualidad, Eliana ha sida reconocida por celebridades como Araceli Arámbula, Thalia, María Celeste Arrarás, Karen Martínez, y más. Su historia ha sido compartida por las cadenas mundiales más importantes: Univisión, Telemundo, CNN, y Azteca América. Nombrada Bloguera Latina Inspiración 2014 en USA, en este espacio Eliana comparte sus vivencias y recursos con más de 200.000 visitantes al mes.

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