Buscando encontré esta definición de la Universidad de California, San Francisco, que me parece tremendamente acertada y directa. ¿Qué es el capacitismo o el pensamiento capacitista?
“El capacitismo (el prejuicio basado en la capacidad) es la suposición de que las personas sin discapacidades son la norma en la sociedad, y que las personas con discapacidades deben esforzarse por convertirse a esa norma o deben mantener su distancia de las personas sin discapacidad. Por lo tanto, una discapacidad es inherentemente una cosa “mala” que debe superarse. En esta cosmovisión, la discapacidad es un defecto, o una falla, más que una simple consecuencia de la diversidad humana.” UCSF, University of California, San Francisco.
Si uno le pregunta al padre de un hijo con discapacidad si tiene prejuicios o directamente, si es capacitista o apoya el capacitismo, la respuesta inmediata es, “Cómo podría ser prejuicioso o capacitista si mi hijo tiene una discapacidad.” Una de las consideraciones es también que muchos padres ni siquiera se sienten cómodos con el término discapacidad y lo más probable es que en su respuesta la reemplacen por un eufemismo típico como, especial, diferente, con diferentes capacidades, neurodiverso, etc.
Entonces, si ni siquiera podemos aceptar la existencia de la discapacidad para normalizarla como una manifestación digna de la diversidad de la vida, ¿cómo estamos tan seguros de que no somos prejuiciosos o capacitistas?
Si utilizamos la lógica detrás de la normalización de la discapacidad y la apoyamos bajo las bases de la inclusión, que no busca transformar o “reparar” al individuo sino que busca activar sus derechos respetando su individualidad y valor único, nos vamos a dar cuenta que cada vez que negamos la discapacidad o tratamos de eliminarla, estamos siendo víctimas del prejuicio y el capacitismo.
Peor aún, estamos victimizando a nuestros hijos ya que constantemente estamos tratando de “repararlos” para que se ajusten al pensamiento capacitista que predica que para que una persona tenga valor debe seguir un patrón establecido de capacidades estándares como ser, el modo de movilizarse y comunicarse.
Los padres tenemos que hacer las paces con nuestras con nuestras posibilidades individuales y la de nuestros hijos, para tener clara de una vez cuál es la lucha y quién es el verdadero enemigo en este camino. Ciertamente, la discapacidad no es el enemigo así como las terapias excesivas y las promesas enfrascadas no son los salvadores de nuestros hijos.
- El compromiso comienza haciendo a un lado tanto la discapacidad como los prejuicios, para reconocer a nuestro hijo como un individuo
- Aceptar que como todo individuo, es una persona común y corriente con fortalezas y debilidades. No es un súper héroe ni necesita ser nada más de lo que ya es.
- Nuestro enfoque en sus fortalezas le dará las herramientas necesarias para aprender a lidiar con sus retos personales. Igual que todos.
- Nuestra apertura de mente y deseo de aprender será lo que lo construya y lo defienda del prejuicio y capacitismo allá afuera que empuja a las personas a creer que solo hay un modo de poder y existir
El amor no es capacitista. El amor no es condicionado, y sobre todo, el amor no intenta cambiar sino que acepta íntegramente, construye, trabaja con una visión de progreso y maximización, y respeta sin comparación.
Como todo lo demás en la vida, aprender a amar es un proceso reflexivo que requiere inversión, educación, y pasión por la justicia.
El amor por un hijo es automático, pero volviendo a la importancia de evaluar nuestros propios prejuicios, no hace falta creerse el cuento de que tu amor es más especial o ya viene evolucionado y no necesita que hagas nada por mejorarlo. El verdadero amor implica trabajo duro y esfuerzo. Tropiezos y golpes. Descubrimiento y evolución. ¿Estás dispuesto a activarlo?
Claro que si, que estoy dispuesta a activarlo, se que es posible la perfección del amor. Te agradezco cada uno de tus temas, edificantes porque provocan cambios de actitud, nos permiten y ayudan a reconocernos a nosotros mismos frente a nuestro hijo/a con discapacidad.