Podemos vivir pensando en cómo estructurar la enseñanza mientras desarrollamos currículos y tratamos de entregar lecciones bien pensadas y a prueba de error a nuestros hijos, pero en la vida real, tu hijo aprende de ti. Aprende de ti de manera orgánica y sin esfuerzos, porque el verdadero aprendizaje no es forzado ni estructurado. El aprendizaje real es la asociación de la vivencia con la herramienta. Es en la vida cotidiana y siguiendo nuestros ejemplos que nuestros hijos aprenden cómo responder a las situaciones, cómo poner un valor a sus vidas, y qué esperar de si mismos y de los demás.
Es una responsabilidad increíblemente grande y demandante que en nuestro rol de padres nos empuja a vivir en un estado constante de auto-reflexión y crecimiento, todo por amor. Es una responsabilidad que podemos evadir pero que no podemos borrar, y es también una que necesitamos reconocer y asumir con conciencia por amor y respeto a nuestros hijos. Y aunque nunca seremos perfectos, ni debemos nunca poner la perfección como meta, hay maneras de crear conciencia positiva para vivir en el compromiso constante de mejorar como individuos mientras les enseñamos la lección más importante: los errores son parte del proceso de crecer y sin importa la edad ni las circunstancias, los errores son las oportunidades más poderosas de evaluar nuestras carencias para fortalecer nuestras capacidades mientras nos mantenemos enfocados en el aprendizaje.
Estas son algunas afirmaciones que pueden guiar tu auto-reflexión cuando se trata de crear ese compromiso personal de enseñar con el ejemplo de modo constante.
- No se trata de tener todo bajo control, sino de ser consciente de mi capacidad de ganar control reconociendo mis sentimientos de impotencia y frustración para respirar profundo mientras me concentro en lo que puedo y no en las cosas que no puedo cambiar.
- Tengo la capacidad de verme a mi mismo o a mi misma con amor y respeto, reconociendo mis fortalezas y mis debilidades. Soy consciente de mis imperfecciones personales y ese sentimiento me humaniza y me conecta a la humildad que me hace reconocerme en todos a mi alrededor. Con ese mismo amor y respeto, celebro la vida de mis hijos mientras les enseño que siendo seres imperfectos, somos individuos perfectos en un estado constante de evolución y crecimiento.
- Practico constantemente la habilidad de enfocarme en lo positivo sin anular los sentimientos naturales que acompañan este compromiso. Puedo ver el reto pero sobre todo, trabajo siempre en identificar la oportunidad manteniendo una menta abierta para seguir avanzando hacia mi propósito de vivir libre de capacitismo y prejuicio. Aunque mis hijos por su edad o circunstancias personales puede que no comprendan estos conceptos, los aprenden de mi práctica diaria y de mi compromiso de construirlos en mi mismo.
- Entiendo lo importante de reconocer mis errores, así como de celebrar mis triunfos. Tan importante es para mi pedir perdón como dar las gracias. Vivo para asumir el espacio que me corresponde en diferentes etapas del camino, entendiendo que en algunas oportunidades seré el maestro y en otras el aprendiz. Con mi actitud les enseño a mis hijos a tener iniciativa, a aprender a escuchar y a aprender a hablar, a tener altas expectativas de si mismos mientras reconocen que su rol en cualquier circunstancia, es uno que se activa con la consciencia de dar y recibir de modo continuo.
Ahora te invito a escribir tu propia afirmación después de analizar las cosas que son importantes para ti basado en tus propios valores y sueños para ti mismo y los que amas. No temas ponerte reglas y expectativas, porque son esas mismas reglas y expectativas que estableces para ti mismo, las que te ayudarán a enseñarles a tus hijos de modo natural y orgánico que todos tenemos el poder de escribir nuestra propia historia y educar al mundo alrededor con nuestro ejemplo cotidiano.
