“Su hijo no está haciendo un buen trabajo …” ¿pero en comparación con quién?
¿Te has dado cuenta de que todo el tiempo los problemas de nuestros hijos comienzan con nuestros propios problemas e inseguridades como resultado de nuestra incapacidad para procesar el mundo desde una perspectiva diferente? La estandarización es sin duda conveniente y una buena herramienta para medir el progreso basado en indicadores específicos, pero la estandarización no es la respuesta y no puede medir el valor de las personas.
Como padres de niños con discapacidades, aprendemos a culpar al mundo casi de inmediato. Pero ¿y nosotros? ¿Es el mundo o estamos siendo influenciados y manipulados por otros? ¿Son los sistemas discriminatorios o son los prejuicios incrustados en nuestras mentes los que los sustentan inconscientemente cuando en lugar de criar a nuestros hijos libres, los presionamos para que sigan las imposiciones de la sociedad porque nos hacen sentir cómodos y “normales”?
No hay un solo día en el que no escuche a alguien culpar a otra persona de la segregación. Es cierto. Esta es una lucha interminable y agotadora por la inclusión, pero seamos honestos, es una responsabilidad compartida en la que tenemos que fortalecernos como padres y defensores para defender a nuestros hijos.
Y esa es la parte realmente difícil de este juego. El verdadero desafío no es cambiar el mundo exterior, sino cambiar nuestras propias percepciones hasta el punto en que la duda ya no sea parte de la ecuación. Se trata de la autoconciencia de quiénes somos y de qué estamos construidos. Es la autoevaluación constante de nuestros prejuicios, miedos e inseguridades. Es el análisis doloroso de nuestros sentimientos y dudas cuando permitimos que otros determinen el valor de nuestros hijos en función de la comparación. Es la frustración de descubrir que, independientemente de cuánto trabajes para crecer, siempre habrá mucho más por hacer y cuanto más crezcas, más presión sentirás para seguir transformándote.
Y te cansarás y muchas veces te frustrarás, y cuestionarás tus esfuerzos y tus intenciones, y créeme, encontrarás tu camino una y otra vez. Todo por una sola razón: eres tan humano como todos los demás y cuanto más abierto estés a vivir en una autoevaluación constante para mejorarte, más despierto y vulnerable estarás.
Comparto esto porque no hay día en el que no reciba correos electrónicos, mensajes o comentarios en los que la gente me pregunte o se queje de que otros interfieren con la capacidad de sus hijos para reclamar su derecho a la inclusión. Sin embargo, y muchas veces, no logramos mirar en profundidad y preguntarnos cómo es que nuestra forma de pensar contribuye a la segregación y la discriminación. ¿Permítame despertar su conciencia haciéndole un par de preguntas?
- ¿Qué es lo que te hace creer que tu hijo necesita algo más para reclamar su derecho a la inclusión?
- ¿Culpamos a los demás, pero somos el tipo de personas que andan por ahí para señalar las imperfecciones de los demás en nuestro intento de lucir perfectos?
- ¿Estamos tan obsesionados con lo que consideramos “normal” o “perfecto” que inmediatamente descartamos o percibimos cosas o personas como tontas cuando son diferentes o cuando no se ajustan a los estándares?
- ¿Estamos siempre detrás de aquellos que han “alcanzado la normalidad” y pueden hacer todo como todos los demás porque inconscientemente sentimos que hay un solo camino? ¿Odiamos la segregación pero idealizamos la estandarización?
- ¿Es ese sentimiento de frustración en tu corazón el resultado de las cosas que no has podido superar en un intento de arreglar en lugar de maximizar las habilidades de tu hijo?
Hay cien mil preguntas que puedes usar para iniciar esta conversación íntima contigo mismo para trabajar y transformar lo único que creará un cambio real: tu yo interior. Todo lo demás se transformará cuando esté listo.