Nadie tiene todas las respuestas cuando su hijo tiene uno, dos, tres, cinco, ni probablemente 20 años. Lo más importante: lo que funciona para otros no necesariamente funcionara para ti. De la experiencia de otros rescata su fuerza, su compromiso, su pasión, pero no trates de copiar sus pasos, porque te toca escribir tu propio camino junto a tus hijos.
No te dejes influenciar por las tendencias. Elige tu propio sendero y hónralo haciendo los ajustes necesarios a medida que avanzan juntos. Un día mirarás atrás y vas a darte cuenta que cometiste errores, pero también que sin ellos no estarías aquí.
No te aferres a la comercialización e idealización de lo que venden las redes para darte un valor o darle un valor a tu hijo. Tu hijo no necesita lograr algo a una edad determinada para demostrar tu buen trabajo ni su capacidad. Tu hijo necesita ser feliz siendo celebrado en cada etapa.
Aléjate de la propaganda que te dice:
- que tu hijo lo podrá todo y tiene súper poderes o una identidad superior incomprendida,
- de quienes te dicen que la discapacidad no existe y que está en tu mente,
- de quienes dicen querer cambiar el mundo, cuando todavía no han conseguido cambiar su propio mundo para vivir en aceptación, normalización y celebración de la vida en todas sus expresiones sin necesidad de cambiarla ni ajustarla a los estándares para darle un valor.
Todos estos juegos peligrosos insostenibles que crean frustración y desesperación en quienes se sienten incapaces de cambiar la realidad, y sienten que son malos padres o que no tienen suficiente, cuando en realidad son personas comunes y corrientes que han caído en la trampa de creer que su tarea es “curar” a sus hijos en vez de curarnos todos del prejuicio.
- Primero: no hay mortal que lo pueda todo, pero humanos que descubren su vocación y pasión y se maximizan en ella.
- Segundo: la discapacidad es natural y no es el enemigo y aunque no la veas en este momento o no la reconozcas nunca en tu hijo, si existe y se refiere no a las cosas que podemos cambiar o transformar con apoyos, sino a las situaciones que tenemos que aceptar y reconocer para activar la ley manteniendo la dignidad y los derechos de nuestros hijos. Si quieres un ejemplo físico, no puedes quitarle a una persona su silla de rueda y decirle que su mente debe hacerlo caminar. Pero para conseguir que esa persona maximice sus capacidades, probablemente puede beneficiarse de una silla de ruedas eléctrica y más compacta que derribe las barreras destruyendo las limitaciones creadas por la discapacidad como una construcción social, para habilitar la capacidad a través de accesibilidad. Y por cierto, esa persona no tiene “capacidades diferentes. Tiene capacidades y es un usuario de silla de ruedas.”
- Edúcate acerca de la ley, las luchas reales y aprende de los líderes que han cambiado la historia, y sigue su legado. Agradéceles su esfuerzo, y sobre todo, aprende de su ejemplo que no son los que se callan ni ponen a otros por delante de sus hijos – para no ofender – los que cambian el mundo
- Y por último, libérate de las excusas y de los prejuicios que te hacen creer que un poder superior vendrá a cambiarte la vida, o que usando etiquetas y eufemismos te abrirás camino. Sea cual sea tu creencia, no pidas milagros pero pide fuerza, templanza, paciencia y fe en ti mismo o ti misma, para usar tu voz cuando haga falta, exigir que tu hijo sea llamado por su nombre, y trasformar y construir lo que sea necesario. La verdadera ganancia y crecimiento se hace en el camino. Si estás tratando de evitarte el proceso, probablemente nunca llegarás dónde debes: la templanza.
No necesitas hacerlo todo solo o sola ni en un tiempo determinado. Necesitas hacerlo en equipo, y toma una vida. Por eso lo importante de que te enfoques en el hoy, porque créeme, el mañana llegará solo. Y ojalá cuando llegue, te encuentre feliz y orgullosa u orgulloso de tus hijos siendo quienes son.
