Toma una vida aprender a ver la vida desde una visión más amplia e inclusiva, porque aunque lo hacemos constantemente y es natural – hablamos desde nuestra experiencia sin darnos cuenta de las limitaciones de nuestro conocimiento y de cómo este comportamienta va en contra de la diversidad de la cual predicamos.
Somos demasiado diferentes y cada vida demasiado compleja como para creer que desde nuestra posición individual tenemos la capacidad de darles respuestas a quienes no conocemos y cuyas vidas ni siquiera imaginamos.
Hoy desperté pensando en esto después de una semana de aquellas en la que me ha tocado comprobar una vez más que no crío ángeles sino adolescentes cargados de emociones que siguen aprendiendo a vivir y lidiar con sus sentimientos. Yo sigo aprendiendo acerca de mi misma mientras aprendo junto con ellos.
Y porque la meditación y la reflexión siempre me traen paz y balance, me puse a pensar, ¿cómo podemos exponerle a los nuevos padres la realidad de la vida de forma armoniosa y realista? Y se me ocurrió esto:
En vez de repetir esta famosa frase cargada de capacitismo que dice,
“Ellos todo lo pueden.” Quizás, “Nadie lo puedo todo y tu tarea no será que lo pueda todo sino acompañar de cerca para descubrir y maximizar lo que puede.”
Creo que muchos veces somos los padres lo que tenemos que trabajar en hacer las paces con lo que no pueden para evitarles cargar nuestra frustración y angustia. La expectativa no está en ellos. Somos nosotros las que la inyectamos y somos nosotros como padres los que tenemos que ajustarnos para desde la inteligencia emocional enseñarles a manejar sus emociones.
Siempre hablamos desde nuestra experiencia para asegurar que, “no son esto esto o lo otro,” y establecemos desde su apariencia física hasta su capacidad intelectual y posibilidad emocional. Porque vimos a un fisiculturista, creemos que todos pueden desarrollar musculatura. Porque uno se gradúa de la universidad, creemos que todos serán ingenieros, pero antes de establecer estas aseveraciones no pensamos en la única verdad absoluta, que es que “todos somos seres humanos” y todos somos y todos son diferentes.
Y hay diferentes aspectos corporales, capacidades intelectuales y físicas, sistemas de apoyo, pero sobre todo, personalidades e interes diversos. Al final, nadie es una cosa u otra basado en su diagnóstico o en su linaje. Al final es la intersección entre diagnóstico, personalidad, y circustancias individuales la que escribe la historia.
¿Significa esto que el destino ya está escrito? No necesariamente, pero si que hay bases sólidas que tenemos que considerar como el cimiento de los ajustes que queremos hacer para maximizar las oportunidades y capacidades de nuestros hijos.
Y finalmente a lo largo del camino aprenderemos la lección más humanizadora de todas: aún dándolo todo, nunca nada será perfecto porque nadie ni nada lo es y de eso se trata la vida.