Hace 20 años, cuando supe de ti, tu vida fue etiquetada por el mundo como un error genético, ocurriendo en una proporción de 1 cada 600 recién nacidos.
Para mí, tu vida siempre ha sido el regalo más increíble. Para mí, eres 1 de 1 porque eres el único y el hijo más maravilloso que jamás podría haber pedido. Eres la luz, la fuerza y la razón detrás de todo lo que soy y estaba destinado a ser en esta vida.
Viniste a convertir mi trabajo en una carrera de amor y compromiso en un intento de darte todo lo que mereces. Trajiste contigo la capacidad más increíble de rescatar lo mejor de mí. Me has sanado de muchas maneras, y en la oscuridad, cuando siento que no soy suficiente, Dios me recuerda a través de ti que soy más que suficiente para ti y que tu amor y fe en mí siempre me harán valer la pena, independientemente de mis errores y las heridas profundas que llevo en mi alma.
Han pasado dos décadas amándote como nunca imaginé que podría amar a nadie. Han sido 20 años creciendo juntos y aprendiendo el uno del otro. Gracias por bendecirme con tu amor. Gracias por ser la paz y la sonrisa en las peores tormentas. Te amo con todo mi corazón y mi alma. Te amo por siempre y para siempre.